Si alguna vez anda por Manuel Montt con Eliodoro Yáñez (y tiempo es lo que le sobra) lo invito a comprar un café en la esquina, y disponerse a dar una vuelta por las lindas casitas bermellón, que resaltan como un punto de color en la manzana comprendida junto a las calles General del Canto y Alberto Magno, en Providencia.
Construidas en 1928, las 27 casas de fachada continua, mezclan una variedad de estilos arquitectónicos como el tudor y el neogótico, por nombrar a algunos. Si inicia su recorrido por Alberto Magno, no es difícil imaginar la idea de barrio concebida a principios del siglo XX, donde lo principal era generar comunidad entre los vecinos, a diferencia de la actualidad, en donde la mayoría vive encerrada en sus espacios, con escasa o nula relación.
Una de las características que más llamó mi atención, es que el frontis supone albergar espaciosas casas de dos pisos, sin embargo, el primer nivel es una vivienda diferente al espacio que se encuentra en la planta alta. Así, escoja una de las dos puertas contiguas que comparten el mismo pórtico, y llegará a una casa con jardín, o a otra con una escalera.
Sobre sus orígenes, se dice que los terrenos pertenecieron a un marino inglés llamado Juan William Noon (de ahí el nombre de la población), quien posteriormente los cedió a la Orden Dominica. A su vez, la congregación religiosa encargó la edificación del actual conjunto habitacional a los arquitectos Ricardo Larraín y Víctor Jiménez, arrendándolo a diferentes personas y familiares de clase media trabajadora.
En 1994, la población William Noon fue declarada Zona Típica, tras la organización de sus vecinos. Estos, al enterarse por el diario que los dominicos venderían los terrenos a un particular –seguramente para construir otro gran edificio–, unieron fuerzas para impedir que destruyeran sus hogares y su entrañable vida en comunidad.
En la actualidad, varias de las residencias son utilizadas como locales comerciales, hostales para jóvenes turistas, el infaltable café de barrio, y por supuesto, viviendas particulares. Sin mayor ostentación que la riqueza de sus recovecos y la tranquilidad de las pequeñas calles que se erigen como un refugio en el ir y venir de la ciudad.
Fotos: Gianitsa Corral.
Gianitsa Corral
Soy periodista. Pasatiempo que me ha servido para escribir bien y conocer lugares. Estudié teoría y crítica de cine sólo para apreciar mejor películas y series. Amo los cafés de barrios, adoptarlos como oficina, y que sepan que me gusta el latte. Fotografío casas y edificios antiguos que me topo en el camino, antes de que alguna inmobiliaria los destruya
@Gianitsa
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