Casi todos nosotros, al irnos de vacaciones, elegimos destinos donde podemos rodearnos de naturaleza: bosques, playas, montañas o campo. Las viviendas tienen mayor valor cuando incluyen parques o vistas a paisajes naturales. Una caminata al aire libre es el anti-stress más simple y efectivo del mundo. Todos estos ejemplos están relacionados con el próximo principio básico de Feng Shui que les debía, del libro “Feng Shui que tiene sentido”*(si se perdieron la primera parte de este tema, pueden leerla haciendo click acá).
El tercer principio básico que presenta el libro dice “incorporar imágenes y materiales de la naturaleza”. Los seres humanos vivimos en ciudades, pero añoramos la vida en la naturaleza para la que estamos configurados. Los colores, olores y formas propios del ambiente natural resuenan en nuestros cuerpos y mentes a un nivel muy profundo; cuando los integramos en nuestros espacios de vivienda o trabajo, reducen el estrés, mejoran la productividad y proporcionan sentimientos de bienestar. Por el contrario, los espacios que carecen de estos elementos se sienten fríos, impersonales y poco acogedores.
¿Cómo traer la naturaleza a casa? Lo mejor, desde ya, son las plantas vivas. Una o dos plantas pueden cambiar por completo la percepción que tenemos de un lugar. Si por alguna razón no podemos hacernos cargo del cuidado de plantas reales, las plantas artificiales (de buena calidad) aportan algo del efecto deseado. Los cuadros con paisajes u otras escenas de la naturaleza proporcionan calma, especialmente cuando nuestras ventanas no tienen esas vistas. Es recomendable también elegir para la decoración materiales que vienen de la naturaleza: madera, piedra, mimbre, barro o algodón, dan una mejor sensación que las fibras sintéticas. Puedes incorporar a tu casa flores, piñas, caracoles, bambú o lo que más te agrade. Por último, las fuentes de agua o los estanques resultan muy reconfortantes, ya que tenemos una atracción instintiva al agua, basada en su importancia para nuestra supervivencia.
El cuarto y último principio básico es la esencia del Feng Shui y dice “equilibrar los extremos”. Para explicarlo, la autora utiliza el cuento Ricitos de Oro. Por si no se acuerdan la historia: Ricitos de Oro entra a la casa donde vivían tres osos que habían salido. Encuentra tres platos de sopa servidos: uno estaba demasiado frío, el otro demasiado caliente, y el tercero estaba en el punto justo. Lo mismo con las camas: una era demasiado blanda, otra demasiado dura, hasta que prueba la tercera que estaba perfecta, y allí se queda dormida. El relato continúa, pero lo importante para aplicar a la decoración es que la palabra “demasiado” queda prohibida. Demasiada luz, demasiada madera, demasiada oscuridad, demasiado vacío, demasiado lleno… Si tienes que emplear ese término para describir alguno de tus ambientes, entonces es preciso intervenir. A veces todas las superficies de una habitación son duras, y es bueno agregar elementos blandos (cojines, mantas) para equilibrar. Si hay excesiva oscuridad, busca el equilibrio con lámparas o pintando con tonos pastel, que aportan luminosidad.
¿Qué les parecieron estos cuatro principios básicos de Feng Shui? Sin necesidad de adentrarnos en temas más complejos, entre este post y el anterior ya tenemos bastante ayuda para mejorar nuestros ambientes. Si algo de lo que leíste te motivó a hacer un cambio, adelante, no te quedes con las ganas, mejora tu experiencia de hogar y sin duda estarás mejorando tu vida.
*Referencias:
Cathleen McCandless, Feng Shui that makes sense, Two Harbors Press, 2011.
“Soy Licenciada en Educación, blogger, apasionada por la fotografía, la ilustración y el arte en general. Me emocionan las cosas simples de la vida y busco transmitir esa mirada”