Somos un país joven, una ciudad nueva. Esto pareciera ser excusa para permitirnos pasar por alto y obviar las características particulares que se han ido conformando en cada una las distintas comunas y barrios a la hora de construir ciudad. No sólo no tenemos referencias sobre las cuales orientar los procesos de transformación sino que basta con mirar por la ventana para apreciar la presión constante por modernizarla. Esto, si bien suena algo alarmista, no es algo que pueda parecer lejano. De hecho resulta difícil, y quizás hasta imposible en algunos sectores, reconocer ciertos barrios 5 ó 10 años atrás.  

Hoy recorremos Santiago entremedio de edificios trasparentes y fachadas plásticas, sin ninguna referencia de su gente, de la historia de sus barrios. Cada día somos espectadores de la perdida de nuestra esencia, de eso que nos distingue y nos identifica. La ciudad cambia pero sin cuestionarnos qué modelos o referentes de ciudad queremos asumir para el futuro. Y las consecuencias son severas: una ciudad genérica e imparcial.  

Atrás quedaron barrios y edificios que han jugado un papel importante en la historia de Santiago: La ex -Villa San Luis, por ejemplo, que emplazada en la comuna de Las Condes se posicionaba como las primeras viviendas sociales que entregó el presidente Salvador Allende (1972) para dar una muestra de la reducción de las brechas sociales; O en otro caso, los terrenos donde se emplazaba la antigua fabrica de CCU hoy convertida en el nuevo ícono genérico de la ciudad, el Costanera Center (2013). En ambos casos, las conclusiones son las mismas: patrimonios culturales e históricos desaparecidos entre cristales y tecnología de punta. 

Imágen: Claudio Pastene

Pero no nos confundamos, debemos tener claridad absoluta de que el problema no radica en la transformación misma. El problema radica en que no le hemos dado un sentido claro a las a los cambios que proyectamos. Así, la receta que quiero compartirles es simple: sustentar todo cambio en relación la historia e identidad de un determinado barrio, incorporando y potenciando como prioridad las características locales, lo que nos hace distinto, lo que nos hace especial. 

Un buen ejemplo de esto es el Barrio Yungay en el sector Poniente de la Comuna de Santiago. Planificado como el “primer barrio republicano de la ciudad” (habitantes de clase alta y media), después del centro histórico (Plaza de Armas), se ha posicionado como uno de los barrios más dinámicos de la capital  además de ser uno de los mejores exponentes de lo local como motor de modernización. En esta mezcla perfecta de edificios republicanos, tradición y patrimonio intangible, siempre de la mano de una comunidad organizada, es que surgen nuevos proyectos como Centro Nave, centro de creación y residencia de las “artes vivas” (danza, performance, música, teatro y todos sus cruces imaginables, como ellos se definen). Casos como estos donde la reutilización del patrimonio pasa a ser una de los pilares de la actividad misma son los que potencian la vida del barrio con nuevos proyectos dando una clara señal de cómo hacer ciudad.

Imágen: Cortesía NAVE 

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Alejo Weiss
“Viajando por el mundo en busqueda de la flor de los 7 colores”

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