Por Uri Colodro G. @ur1992

Fotos Uri Colodro G. @ur1992 y Vicky Do Pico @cantandovictoria

Por Vicky do Pico @cantandovictoria

 

La vida en Chile ha sufrido grandes transformaciones en el último siglo. En un inicio, la mayor parte de la población vivía en las áreas rurales bajo la estructura del latifundio. El ocio era una actividad más bien prohibitiva y relegada oficialmente a los grupos más acomodados, a pesar de que las clases populares también disfrutaban de pequeños momentos de celebración.

Con el transcurso del siglo XX y las oleadas migratorias desde el campo a la ciudad, diversas costumbres rurales mutaron, dando origen a nuevos espacios de celebración como las quintas de recreo. Se trataba de lugares populares, donde se bailaba cueca, se tomaba chicha y vino pipeño en vasos de greda.

Sin embargo, en general la vida en Chile ha tendido al hermetismo y la celebración más familiar que colectiva. Santiago fue una ciudad que creció en el formato de casas. Desde la más lujosa hasta la más humilde solía tener por lo menos, un pequeño patio o jardín, en el cual las familias disfrutaban sus tardes de domingo. A excepción de algunos eventos más bien religiosos celebrados en localidades muy específicas, como la procesión de la Virgen de La Tirana, en Chile no existen eventos masivos como los que se celebran en otras culturas, como la tan popular figura del carnaval, donde países completos se paralizan para dedicarse exclusivamente a ello.

Con el paso de los años, Santiago ha cambiado profundamente su fisonomía. Cada vez son mayores en número los hogares unipersonales y las familias sin hijos, lo que ha impulsado a la densificación y construcción en altura, en formato de departamentos. Con ello, la figura del jardín o patio desaparece, siendo reemplazada por balcones sólo en algunos afortunados casos, los cuales en proyectos más recientes han pasado a ser un lujo que no todos se pueden permitir. Esta situación ha volcado la vida hacia los espacios públicos y colectivos, lo que va de la mano con un mayor poder adquisitivo de la población, permitiendo que aumente considerablemente la oferta de ocio y entretenimiento en la ciudad, a través de restaurantes, cafeterías, bares, pubs y discotecas para los más variados gustos, estilos y bolsillos. Asimismo, muchos parques que antes solían estar vacíos, hoy se encuentran atiborrados de personas los fines de semana, quienes aprovechan desde dar un paseo, hasta hacer un picnic o celebrar un cumpleaños infantil.

Por Uri Colodro @uri1992

 

Si bien, los cambios son evidentes, la planificación de las ciudades no se ha hecho bajo las lógicas actuales de uso y apropiación del territorio, que exigen aceras más anchas en las cuales los restaurantes puedan poner mesas al aire libre, así como áreas verdes que no sólo sirvan para el ornamento y la contemplación, sino que para ser utilizadas por las personas con amplias explanadas de césped y árboles que den sombra en los meses más calurosos.

La mayoría de administraciones municipales no han respondido adecuadamente a las nuevas necesidades de los residentes de una ciudad que es más compacta, se verticaliza y dispone de menos espacios para el esparcimiento en la intimidad. De este modo, la tendencia al hermetismo por parte de la sociedad chilena se ha reproducido en la forma a través de la cual construimos el hábitat residencial. Una gran parte de los proyectos de edificios de departamentos vendidos en la última década incluyen una serie de equipamientos que pretenden suplir necesidades que anteriormente se satisfacían al interior de la vivienda o en la ciudad. Así, jardines comunitarios, gimnasios, saunas, jacuzzis, piscinas panorámicas, azoteas con rimbombantes adjetivos y salones de eventos han pasado a formar parte del paisaje cotidiano de los chilenos, de manera transversal al barrio y precio de las unidades, amortiguándose su mantención a través de expensas compartidas con muchos departamentos o casas.

Sin embargo, estas transformaciones dan origen a ciudades estériles, donde la socialización se mantiene relegada al espacio privado, restando vitalidad a los espacios públicos, los cuales a su vez no reciben las verdaderas actuaciones, mantención y mejoras que realmente merecen en una urbe que aumenta sostenidamente su densidad poblacional. Esa pérdida de vitalidad se traduce finalmente en una degradación de la ciudad y el aumento de la inseguridad, generando un círculo vicioso por parte de los residentes, quienes exigirán barreras más drásticas entre lo público y lo privado, imponiendo rejas perimetrales, ventanas con barrotes, cerraduras inteligentes, cámaras que panoptizan el territorio, y muchos ojos de guardias privados que quitarán libertad a un espacio sediento de uso y apropiación.

Por Vicky do Pico @cantandovictoria

 

En este sentido, la invitación es a derrotar esas barreras que nosotros mismos nos hemos impuesto, desde un ejemplo tan sencillo como aterrizado a nuestra realidad. A pesar de lo que pueda pensarse, la ciudad de Atenas (Grecia) tiene un clima, modo de vida y paisaje muy similar a Santiago. Gran parte de su territorio está construido a través de edificios de alturas medias, en fachada continua. Por su antigüedad, se trata en su mayoría de edificios sencillos, sin ningún tipo de equipamiento interno más allá de lo básico: telefonillos, buzones, escaleras y ascensor. A cambio, ofrecen amplios balcones a la calle, parte de la vivienda que es entendida como un elemento esencial y necesario. Las plantas bajas, además, usualmente están ocupadas por establecimientos comerciales, generando mixtura y cercanía para la satisfacción de ciertas necesidades. Esto ha generado un ambiente especial, ya que, con una tradición de data más larga que la chilena, la población ha acostumbrado a habitar espacios más pequeños y por lo mismo, a valorar los pocos intersticios libres y de interacción que la ciudad ofrece.

Sin embargo, y a pesar de esta fisonomía, las áreas comerciales de mayor relevancia en el centro de la ciudad, se encontraban hasta hace muy poco –y en algunos casos, permanecen- en un estado de franca decadencia. Hasta el día de hoy, existen muchos espacios que requieren de fuertes intervenciones, ya que durante la noche son objeto de vandalismo. Durante la fuerte crisis económica que ha afectado al país helénico en los últimos años, el comercio además sufrió grandes bajas en su demanda, consolidándose al mismo tiempo la oferta cerrada de la periferia en formato de malls o strip centers, algo muy similar a lo que viene ocurriendo en Chile de un tiempo a esta parte. En un trabajo presentado en la International Conference on Sustainable Synergies from Buildings to the Urban Scale [1] del año pasado, profesionales de la División de Espacios Públicos, en conjunto con la División de Áreas Verdes y Medio Ambiente de la Municipalidad de Atenas, explicaron la propuesta que ha permitido que el centro de la ciudad vuelva a obtener su vitalidad de antaño. Se trata de un plan de regeneración bioclimática en el triángulo comercial de Atenas, que tiene en consideración diversos aspectos de su desarrollo sostenible: se plantaron especies vegetales adaptadas al clima, las calles más estrechas fueron peatonalizadas y se aplicaron nuevos estándares en cuanto a reciclaje, eficiencia energética, así como otras actuaciones en cuanto a revaloración cultural e histórica del área y el hacer compatibles los usos del suelo. Con ello, las calles que no se hicieron peatonales, fueron pintadas y decoradas para permitir el uso compartido del espacio; asimismo, los comercios, independientemente de su rubro, fueron dotados de mesas y sillas plegables para que dependientes y clientes pudiesen tomar un descanso y tener una pausa de conversación en plena calle.

Por Uri Colodro @uri1992

 

El resultado hasta el momento ha sido exitoso. Christos (22), vive a las afueras de Atenas; sin embargo, se traslada todos los días al centro de la ciudad para estudiar y satisfacer sus necesidades cotidianas. A diferencia del lugar donde vive, que es preponderantemente residencial y en bajas densidades, con chalets que por lo general cuentan con un jardín al igual que la lógica más tradicional de Santiago, comenta que el Triángulo comercial ha sufrido cambios positivos, ya que es “el primer paso para reducir la contaminación ambiental y reducir el tráfico”, destacando también que le gusta la idea de la interacción social; sin embargo, confiesa que “a veces es realmente difícil aplicar esta idea en todos lados. Por ejemplo en Syntagma, resulta imposible poner mesas y sillas en la calle, ya que se trata de una de las principales avenidas de Atenas”. Agrega que “se trata de una zona histórica con gran significado para nuestra sociedad, por lo que no se puede alterar este lugar” [2].

¿Cómo se verían unas coquetas mesas y sillas en las calles más tranquilas del centro histórico de Santiago? ¿O quizás, en algún barrio residencial generar un espacio donde se activen las veredas y así las personas puedan sentarse a conversar bajo la sombra de los árboles en una lógica diferente a las típicas bancas de plazas? ¿Y si los pavimentos de algunas calles se llenan de colores y generamos espacios compartidos para el uso pedestre, las bicicletas y en menor medida, los automóviles?

 

[1] Alexandri, E., E. Krali, E. Melabianaki, G. Neofytou, S. Peristerioti, K. Agorastou (2017). The Renegeration of the Commercial Triangle of Athens; Sustainability Rationale. Procedia Environmental Sciences, 38. 220-227.

[2] Para la realización de este artículo, se realizó una visita de campo en el Triángulo Comercial de Atenas el 23 de julio de 2017, que incluyó conversaciones espontáneas con transeúntes y población flotante, las cuales fueron grabadas en dispositivos electrónicos y posteriormente transcritas.

Uri Colodro
Geógrafo y Licenciado en Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile. Candidato a M.Sc. en Gobernanza de Riesgos y Recursos, Ruprecht-Karls Universität Heidelberg. Sus mayores áreas de interés corresponden al ámbito de la geografía urbana, social y cultural. Dedicado a la investigación y la consultoría. Lector apasionado y escritor de medio tiempo. Libera tensiones en la cocina y saliendo a dar paseos por la ciudad.

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