Por Nicolás Sánchez @always_nico

Fotos: Seba González @sebagonzalez_z

Selección de hito urbano: Coca Ruiz @contessina_ruiz

Ubicada entre el paseo peatonal Huérfanos y San Antonio, la Galería Juan Esteban Montero es un paseo en sí. Desde la entrada de Huérfanos 779, un gran letrero anuncia la entrada al Hotel Santa Lucía, un clásico alojamiento que desde hace 50 años ofrece sus servicios en el sector. Una vez al interior destaca de inmediato un elegante reloj de pared cuya hora –las 20:20- quedó congelada en el tiempo. El entorno en sí es una serie variopinta de locales de masajes, venta de churrascos, peluquerías, y un par de buenas picadas para arriendo y venta de películas en DVD.

 

Desde luego, la galería es el lienzo para dos destacadas obras de Nemesio Antúnez (1918-1993). Una es el Mural Quinchamalí, que cubre la pared superior a la entrada del otrora elegante Cine Huelén (devenido posteriormente en un cine porno) en la cual oscuros animales y seres antropomorfos posan sobre un fondo de intensos colores rojizos y anaranjados. Realizada en 1958 por encargo del arquitecto del edificio, Juan Echeñique, esta pintura debe su nombre a la profunda admiración que Antúnez sentía por la singular artesanía de greda negra que caracteriza a la localidad de Quinchamalí (ubicada en la futura Región del Ñuble).

 

Como complemento a este cuadro-homenaje, todo el piso en forma de “L” de la galería funciona como un enorme mosaico de mármol de colores blancos, negros y sepias, en el cual desfilan una tras otra figuras características de la artesanía de Quinchamalí; de forma sucesiva, vemos una copa, un jarro antropomórfico con figuras de huaso o guitarrera, un mate, el tradicional cerdito (tipo alcancía de greda), un huemul, una tetera, un gallo, etc.

“A mediados del siglo XX en Chile se estaba desarrollando una especie de nacionalismo en el arte, valorando lo propio del país, y una de las formas en que se materializó fue en la influencia o inclusión de la artesanía en el trabajo de los artistas. Ese trabajo se unió, algunas veces, con la arquitectura”, explica, a modo de contexto, Carolina Tapia, historiadora del arte.

 

“Ese lugar era antes la galería de la Caja de Previsión en el Edificio del Banco de Chile; en el subterráneo de ese lugar se ubicaba la Sala de Exposiciones de ese banco. Creo que éste es un dato no menor para situar la obra dentro de un contexto no sólo de relación entre arte y arquitectura, sino también con la función vinculada al ámbito artístico que alguna vez tuvo ese espacio”, asegura Tapia, quién también es Magister en Gestión Cultural Aplicada en la Universidad del Desarrollo.

“Quinchamalí” es parte de un grupo de cuatro trabajos creados en la década de los 50’, destinados a diferentes espacios públicos de la capital: “Sol”, “Luna” (ambos en el interior del ex cine Gran Palace) ; “Terremoto” (en el cine Nilo, Plaza de Armas) y el ya mencionado Mural Quinchamalí, cuyo alarmante estado de abandono y deterioro llama a una profunda reflexión sobre el actuar de las instituciones pertinentes en relación al patrimonio cultural de la ciudad.

Entre la docencia y la búsqueda de nuevas expresiones locales

 

Hacia fines de los años 50, Nemesio Antúnez era un joven artista y arquitecto que trataba de plasmar sus ideas sobre grabado a sus alumnos en la Universidad de Chile. Movido por este afán, viaja junto a su curso a la ciudad de Chillán, donde se dedican a conocer de manera práctica los secretos del proceso de fabricación de la artesanía de esta zona. Tras una intensa y enriquecedora semana, sus estudiantes regresaron a la capital; el maestro, sin embargo, regresa a Quinchamalí a fin de convertirse en aprendiz.

 

Se cuenta que Antúnez se quedó más de un mes en la localidad aprendiendo el oficio de la greda negra, fascinado con el estilo artesanal -elaborado a mano, sin horno- conque las loceras ejecutaban un oficio “eminentemente femenino” (1), narrado y explicado oralmente por sus madres, tías y abuelas.

 

Para entonces, Antúnez –quien había sido formado en Europa y posteriormente en Nueva York, en el Atelier 17 de Stanley William Hayter- ya había dado algunas muestras de su interés en la artesanía con loza, las cuales se pueden apreciar en obras como Cueca de Quinchamalí, La Costurera y Después de la fiesta, realizadas en 1954 (2). Para Carolina Tapia, lo figurativo de estas cerámicas es parte de una búsqueda más amplia de Nemesio Antúnez.

“Cuando veo de manera general la obra de Antúnez aprecio diferentes tipos de expresividades que abarcan desde lo más abstracto, como la serigrafía “Ojos de agua”, de 1958, hasta obras más referenciales, como la cerámica de Quinchamalí. Hace uso, también, de grandes planos de colores, formas geométricas bien delineadas, sobre todo en algunas de sus obras más tardías”, explica la especialista.

 

Por su parte, Carlos Maillet, Subdirector de Patrimonio de la Municipalidad de Santiago, resalta el espíritu artístico “rupturista – vanguardista” de Nemesio Antúnez. “Logró ampliar su horizonte visual. En su búsqueda por plasmar una identidad a sus obras, Antúnez logra llegar a las raíces locales americanas”, sostiene.

 

Para el arquitecto, el Mural Quinchamalí es una propuesta muy relacionada con el Arts and Crafts (Artes y Oficios), un movimiento artístico que nació como reacción a la industrialización. “Por esta razón se inician las manifestaciones a través del arte, por volver a regenerar y recuperar la artesanía”, explica. “Tomando esto como base, Nemesio Antúnez -en su afán de buscar una identidad en las raíces americanistas- sale de la academia para viajar por un mes a Quinchamalí. Antúnez, fascinado por el entorno y el oficio, decide plasmar en la capital esta pintura y mosaicos, logrando darle una identidad local a la galería”, explica.

Por su parte, a Carolina Tapia este análisis hace sentido con la pretensión que siempre tuvo Antúnez de que el arte y los artistas estuvieran más vinculados “con todas las personas”. “Esto se manifiesta desde la enseñanza del grabado en el Taller 99, en que maestro y discípulo, por decirlo de alguna manera, trabajaban a la par de una manera colaborativa, horizontal, hasta las exposiciones de arte que realizó en poblaciones, pasando por supuesto por los programas de televisión en que hablaba sobre arte”, sostiene.

 

Por otro lado, para Maillet, El Mural Quinchamalí significa “un gran gesto hacia lo femenino” (3). “Es un claro gesto y homenaje hacia la mujer, ya que antiguamente se relevaba la figura matriarcal dentro de la cultura nativa hispano americana. Es algo similar a lo que ocurría en la cultura mapuche. Las mujeres eran las artesanas, que les daban vida a estas loceras y mantenían vivo el oficio y Antúnez lo pone en valor, recalcando sus formas curvas y colores (negro y rojo)”.

 

Patrimonio con futuro incierto

Como se mencionara, el Mural Quinchamalí vive un triste presente, marcado por su abandono y notable deterioro: hoy luce descascarado, opaco –tampoco hay luces que lo destaquen- y hasta se advierte la presencia de hongos sobre la pintura. Ni siquiera el haber sido declarado Monumento Histórico en 2011 ha mejorado en algo su situación.

 

La Casa de Juana consultó directamente al arquitecto Patricio Mora, Encargado del Área de Comunidades, Educación y Comunicaciones del Consejo de Monumentos Nacionales, quién confirmó que, a la fecha de cierre de este artículo, no se ha ingresado ningún proyecto de restauración para el mural.

 

“Ya es bastante repetido señalar que la Ley de Monumentos está obsoleta y es necesario realizar cambios para que se convierta en una mucho más acorde a la realidad actual. He leído que se han realizado algunos intentos incluso sólo para evaluar el estado de conservación, y no se ha podido conseguir porque al dueño de ese lugar simplemente pareciera no importarle. Entonces, si ni siquiera existe una mínima voluntad de su parte, es muy difícil siquiera pensar en un proyecto para hacer algo”, sostiene carolina Tapia con cierto pesimismo.

Desde el Departamento de Patrimonio de la Municipalidad de Stgo, Carlos Maillet hace su análisis: “En primer lugar, hay que detectar de donde previene la humedad que deterioró la pintura, pero lo que le hace más mal a estos lugares es el olvido. Nosotros estamos contactando a diferentes personas para que puedan ponerlo en valor”.

 

Carolina Tapia apuesta por un proyecto que instale un programa sostenido en el tiempo, y que involucre a varias instituciones relacionadas con el tema. “Habría que ver una especie de activación patrimonial, como lo que ha sucedido con algunos barrios de Santiago, en que los propios vecinos son los que han conectado sus demandas sociales con una preocupación creciente por su entorno, por su patrimonio. Ahora, hay que tomar en cuenta que un buen porcentaje de la población del centro de Santiago es flotante, que los edificios, locales y departamentos son arrendados, etc, pero creo que realmente este tema pasa por una valoración cercana y emocional con el patrimonio, con lo que es de todos nosotros”, concluye la profesional.

Citas

(1)- Según señala el artículo “Caminando sobre el arte: El mural y los mosaicos de Quinchamalí de Nemesio Antúnez”, en http://amosantiago.cl/caminando-sobre-el-arte-el-mural-y-los-mosaicos-de-quinchamali-de-nemesio-antunez/

 

(2)- Según señala el artículo “Caminando sobre el arte: El mural y los mosaicos de Quinchamalí de Nemesio Antúnez”, escrito por Hugo Ramos Tapia, en http://amosantiago.cl/caminando-sobre-el-arte-el-mural-y-los-mosaicos-de-quinchamali-de-nemesio-antunez/

 

(3)- Según señaló Maillet en el artículo “Nemesio Antúnez en pleno centro”, publicado por la Revista Qué Pasa, el 2 de febrero ed 2018. En www.quepasa.cl/articulo/guia-del-ocio/2018/02/nemesio-antunez-en-pleno-centro-2.shtml/

Coca Ruiz
Diseñadora & Editora.

Parisina de primera infancia, amante de la moda, la lectura, el arte y la decoración, especializada en dirección de arte y creación de contenidos, con buen ojo para detectar los detalles que nos inspiran diariamente.

instagram: @cocaruiz