Por Alejandro Weiss M. @esparangua

 

La discusión sobre como integrar las distintas movilidades dentro de una ciudad es un debate que cada cierto tiempo se reactiva. La búsqueda por una ciudad mejores estándares de calidad de vida exige una postura y decisión sobre cómo lograr el equilibrio entre una ciudad más amable, alegre, lúdica pero a su vez eficiente y productiva.

Santiago poco a poco se ha ido inclinado por soluciones que ponen a prueba nuevas formas de organizar el espacio público – usos peatonales, viales, comerciales, recreacionales, entre otros – en base a intervenciones temporales que han servido como plataforma para discutir sobre temas urbanos bajo una perspectiva ciudadana, técnica y política. Estos “experimentos urbanos”, a los que comúnmente incluimos dentro del “Urbanismo Táctico”, han generado una metodología de análisis tanto cualitativa como cuantitativa, transformándose en una herramienta válida para influir sobre cómo queremos/debemos vivir nuestra ciudad.

Ilustración Placemaking / Fuente: www.thumbs.dreamstime.com

La movilidad urbana es un tema de discusión permanente en la agenda de la ciudad. Su importancia no sólo recae en las definiciones sobre la estructura de los desplazamientos desde una perspectiva económica (eficiencia) sino que juega un papel fundamental en las condiciones de calidad de vida de sus habitantes.

Para el caso de Santiago, debemos estar tranquilos de que avanzamos con pasos firmes. Esto ha quedado demostrado en el ranking realizado por Global Mercer donde para el año 2017 la capital se posiciona como la ciudad con mejor infraestructura urbana de toda América Latina, siendo los aspectos de movilidad un factor clave en la medición.

Mas allá del análisis crítico que podamos tener con Transantiago como modelo de transporte, Santiago ha logrado levantar un sistema sustentado en la integración de medios de transporte – buses en superficies, metro y trenes suburbanos (Nos) – potenciados a través de la intermodalidad y un tarifado integrado. Un sistema que no es estático (modificaciones de recorridos según demanda) y que proyecta su crecimiento en el corto y mediano plazo: expansiones de metro, servicio de trenes suburbanos a Melipilla y Batuco, además del futuro Tranvía de Las Condes.

Zoom Mapa Transantiago / Fuente: www.transantiago.cl

Sistema Integrado Buses, metro y Tren suburbano / Fuente: www.transantiago.cl

Proyección Trenes Suburbanos / Fuente: www.gob.cl

En este contexto, no fue sorpresa que durante el mes de enero la infraestructura movilidad volviera a posicionarse como tema central de la agenda urbana. El anuncio de conectar Santiago y Valparaíso en tan sólo 45 minutos a través de un tren de alta velocidad concentró todas las miradas. A través de una propuesta presentada por el consorcio chileno-chino TVS – China Railways Group Limited (CREC), Latinoamérica Infraestructura y Sigdo Koppers – el proyecto espera reducir a la mitad el tiempo con que actualmente demora el trayecto vía carretera implementando una tecnología única en Sudamérica que será financiada exclusivamente por inversiones privadas.

Proyecto TVS / Fuente: www.emol.cl

Pese al impacto que tuvo esta divulgación en los medios de comunicación, iniciativas como estas no son nuevas. La relación entre ambas ciudades dada su fuerte vinculación comercial (puerto – capital) ha marcado una historia de proyectos e inversiones en infraestructura de movilidad, tanto para pasajeros como carga.

La primera conexión ferroviaria se remonta al año 1840 momento en el cual Valparaíso constituía una de las ciudades más importantes del país debido a su fuerte desarrollo portuario. La necesidad de potenciar el traslado de mercaderías hacia y desde Santiago motivó la construcción de un ferrocarril como complemento de la vialidad que las conectaba. Así, en 1863 se inaugura la “Compañía del Ferrocarril Santiago Valparaíso” transformándose en la vía comercial más importante del país.

Trazado ferrocarril Santiago-Valparaíso / Fuente: www.memoriachilena.cl

Imagen Estación Matadero (1900, Valparaíso) / Fuente: www.memoriachilena.cl

Ilustración puente de Los Maquis (1870) / Fuente: www.memoriachilena.cl

Tras varias décadas de funcionamiento, la construcción del Túnel Lo Prado en 1970 produjo un quiebre del ferrocarril Santiago – Valparaíso al reducir significativamente los tiempos de viaje para vehículos y camiones. Así, la infraestructura férrea como alternativa de trasporte quedará relegada hasta fines de los 90 cuando vuelve a posicionarse como una alternativa eficiente para el trasporte de carga y pasajeros, proyectos y anteproyectos que no han logrado trascender a la implementación.

 

Pero más allá de la viabilidad económica de la implementación de un tren Santiago – Valparaíso, resulta fundamental poner en discusión el impacto que este tipo de intervenciones generan en las dinámicas urbanas y rurales. Es inevitable pensar que la reducción de los tiempos de viaje generará una “deformación” del territorio, que traerá como consecuencia la irrupción de nuevas dinámicas económicas y sociales.

 

En ese sentido, resulta natural preguntarnos cómo la planificación y el ordenamiento territorial pueden potenciar o hacer frente a este nuevo escenario. Tomando a nuestro favor la gran influencia que ejerce el ferrocarril en la trasformación del territorio y sus ciudades, podremos intencionar y capitalizar los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de los habitantes.

 

Sólo que preguntar, ¿será momento de planificar la conurbación Santiago – Valparaíso?

 

Links Referenciales:

 

Ferrocarril Santiago Valparaíso (Memoria Chilena) / www.memoriachilena.cl

Infraestructura en América Latina (El Mostrador) / www.elmostrador.cl

Ferrocarriles urbanos de Santiago (Amigos del Tren) / www.amigosdeltren.cl

Alejo Weiss
“Viajando por el mundo en busqueda de la flor de los 7 colores”

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