Hace tiempo que tenía ganas de ir a dibujar este lugar. Me había tocado fotografiarlo en el contexto de un Workshop de Fotografía de Arquitectura, pero todavía no ibamos con mi querida comunidad de Urban Sketchers Chile.

En los años 30 la Comunidad Benedictina de Las Condes, con el apoyo de la Abadía de Beuren en Alemania, logran instalarse en la cima del Cerro Los Piques, en lo alto de Las Condes, luego de haber hecho un concurso público de arquitectura. Finalmente se construyó entre 1961 y 1964 el proyecto de Gabriel Guarda y Martín Correa.

Este edificio es un “Clásico Arquitectónico” de nuestra historia. Esta obra se construyó en pleno apogeo del Movimiento Moderno a nivel mundial. Es una obra de vanguardia en nuestro país, cuyos principios aún priman en la arquitectura de hoy. La revolución moderna más purista se enmarcó en el primer cuarto del siglo XX, cuando en Europa aparecían movimientos como La Bauhaus acompañado de nombres como Walter Gropius, Le Corbusier, Mies Van der Rohe, Alvar Alto, entre muchos otros, y en Norte América Louis Sullivan y Frank Lloyd Wright. 

Posterior a esta revolución modernista, se construye esta iglesia. Los principios del movimiento están muy conectados a la pureza del material; Hormigón armado, acero laminado y vidrio plano. Pero como cada obra tiene su paradigma propio, esta obra monástica buscaba en esencia la conexión divina mediante la luz. El gran ventanal se reduce a la mutilación de las aristas de los cubos que priman la forma, y en esa intersección es donde nace un increíble juego de luces con entradas focalizadas a formas espacios interiores de lujo. Y como no… si uno de sus arquitectos, Gabriel Guarda, pertenece a esta comunidad, por ende quién mejor que él puede ponerse en el lugar del usuario. De hecho, cuando con los Urban Sketchers entramos a dibujar la misa, Gabriel Guarda, un caballero de avanzada edad, era parte de ella y del Monasterio. En ese momento se cierra el ciclo de comprensión cuando tratas de conocer que hay detrás de una obra arquitectónica, es un momento mágico casi eclesiástico haberlo visto.

Y a esto me refiero, cuando explicamos como comunidad de dibujantes lo que nos diferencia de un dibujo de estudio. Quizás puede quedar mejor acabado, menos errores de construcción y a lo mejor con muchos más detalles, pero carece de la experiencia que significa conocer este lugar y todos los pormenores de haber estado allí al momento del dibujo. 

No es un edificio ambicioso en el aspecto formal. Su magia esta determinada por dos cubos de hormigón terminación blanca, que se intersectan entre ellos y determinan el programa interior; en un cubo el acceso y las bancas de madera que recibe a sus feligreses, en la intersección está el altar con su Cristo, y el otro cubo recibe a los curas en procesión y las entradas a la áreas privadas del Monasterio. Los recorridos son distintos al de una iglesia, pues esta es una Capilla de Monasterio, y cuando los monjes hacen sus rezos y misas diarios entran y salen por una escalera curva que viene desde abajo por la entrada principal. Entran, realizan la misa y se van por el mismo lugar de manera ritual directo al claustro.

Soy una persona católica de formación y creyente de corazón, y nunca me había intrigado tanto una misa como esta. Estar dentro y sentir la paz que no solo te otorga la religión, si no el espectáculo de luces, naturales por cierto, es toda una aventura eclesiástica.

Ilustraciones: Daniela Monterrosa  @urbansketcherschile  @imandecor

“De profesión Arquitecta, Máster en Diseño y Espacio Público. Mi gusto por el dibujo comenzó en las aulas de croquis urbano de la carrera de Arquitectura y terminó de confirmarse con mi posterior encuentro con “Urban Sketchers”.

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