Texto & fotos por: Fernanda Tapia @mandarinacaiman

Llevo años haciendo promesas a mí misma cada comienzo de año. De muchas formas y de maneras muy inocentes he querido comenzar de nuevo, renovar fuerzas en distintos aspectos de mi vida. Algunas resoluciones dependían de mí, otras claramente dependían de la suerte (o del destino, vea usted a quien le reza). Con todas partí como avión. En casi todas fallé.

Porque sí, he fallado fácilmente en el 95% de mis promesas de año nuevo. Promesas que he hecho a mí misma. Me tomo poco en serio? tengo las expectativas muy altas? O soy claramente parte del grupo de los obligados que Gretchen Rubin describe en su libro “las cuatro tendencias”: muy buena para cumplir expectativas externas, muy mala para cumplir expectativas internas (aunque si nos ponemos serios, soy más bien de los rebeldes, no muy buena para cumplir con ningún tipo de expectativa…).

 

Pero más allá de las expectativas que tengo o no de mí, lo que ocurre en año nuevo, que nos hace mirar el mañana distinto, es ese encanto mágico del nuevo comienzo, este borrón y cuenta nueva. Miramos el futuro con mucha atención, le ponemos mucho anhelo.

Personalmente estoy llena de metas. Soy la reina de la planificación. Pero me he dado cuenta que con esto mi día pierde claridad. Me pierdo en el futuro, en la ansiedad, en esa constante preocupación de lo que me queda por hacer para llegar a mi objetivo. Claramente esto es la causa de que empiece mil y un proyectos, y termine muy pocos de ellos, por no decir ninguno.

No será que estoy ahogando mi vida de metas y expectativas, y no me estoy escuchando?

Bernard Glassman, en su libro “Instrucciones para un cocinero”, compara nuestras vidas con una cocina. Explica que para que un cocinero pueda cocinar, primero debe limpiar su cocina, ojalá profundamente, luego ordenar los trastos lavados, a continuación buscar y sacar los ingredientes para luego ponerse a cocinar, con paciencia, respetando los tiempos de cocción.

Nuestra vida es nuestra cocina, donde es necesario limpiar y ordenar antes de comenzar. Ordenar esta cocina es ordenar nuestro alma.

Este año no voy a hacer resoluciones de año nuevo. No me voy a prometer tomar más agua, hacer más yoga o leer más. No me voy a llenar de nuevas metas. No antes de hacer totalmente lo contrario: vaciar mi vida de mis propios excesos, porque finalmente todo lo que quiero lograr no está afuera, no tengo que salir a buscarlo. Está en mí.

Así es como he dedicado estas últimas semanas a investigar un poco sobre lo que creo que es necesario para limpiar mi cocina y he juntado un par de ideas ideas que me van a ayudar a hacer espacio para los nuevos desafíos:

La más grande de estas ideas – pero puede que un poco extrema para algunos -, es la de comer y tomar productos no procesados y carentes de gluten por un determinado tiempo. Alejandro Junger, médico uruguayo con posgrados en NYU y Lenox Hill propone el Clean Program, donde por 21 días sigues un programa de desintoxicación alimentaria. Cuerpo sano, mente sana.

Otra idea menos drástica (creo…) es hacer un reto Off-Line, aprovechar el verano y las vacaciones para borrar todas las redes sociales del celular/ipad por unos días. Quizás nos damos cuenta de cuales realmente no necesitamos. Yo cerré recientemente mi cuenta de facebook y si bien a veces sufro síndrome de abstinencia, sé que ha sido una buena decisión.

Y si hablamos de desintoxicación, la meditación y el mindfulness no pueden faltar. Si a alguno le parece un poco extraño o nunca se ha acercado a la práctica, les recomiendo darse una vuelta por la App Headspace que ofrece las primeras 10 guiaturas gratis, o puedes unirte al desafío 21 días de meditación en el canal de Wanderlust, donde a través de distintos videos guiados aprendes el arte de la meditación.

Un clásico indiscutible – y por algo lo es – es Marie Kondo y su biblia “La magia del orden”. Una invitación a deshacerse de todo lo innecesario sin tapujos. Marie Kondo nos ha cambiado la vida a unos cuantos, con su manera simple de enseñar el arte del desapego a los objetos. La amo, soy su fan.

De las lecciones que rescato de Marie Kondo en primer lugar (favorita personal) es que la nostalgia no te ayuda en nada. Otorgamos mucho sentido a objetos que realmente no tienen gran uso en nuestra vida diaria, y nos negamos a deshacernos de ellos porque sentimos que al dejarlos ir, una parte de nosotros o de la persona que nos los regaló se irá con ellos. Kondo te enseña a agradecerle al objeto lo que te entregó y despedirse con cariño de él, dejándolo ir sin culpas, en libertad para hacer feliz a otros.

Por eso mismo es importante respetar tus cosas, considerar que tus cosas tienen sentimientos. Preguntarse si les gusta estar todos revueltos en una esquina y ser tratados como un trapo, o al contrario ver como se lucen y brillan por más tiempo al ser tratados con cariño y respeto, esa es la segunda lección que rescato.

Y entre nos: que bien que se siente liberarse del peso de la acumulación. Tengo la suerte de no tener tantas cosas en mi departamento, pero apenas siento que estoy juntando mucho, aplico las lecciones de mi biblia y voy punto por punto viendo que puede volar del lugar.

Colgándonos del minimalismo de Marie Kondo, no podemos dejar pasar el reto 333. Se trata de elegir 33 prendas de tu ropa para usar por 3 meses, creando un “clóset cápsula” con elementos que amas y puedes combinar fácilmente entre ellos. Dicen que menos es más, será verdad?

Deshacerse de los químicos en la piel y en la casa es también otra manera limpieza. Limpiarse la cara con aceite de oliva en vez de usar productos de limpieza comerciales, O mezclar miel, bicarbonato, avena y aceite esencial de lavanda o rosa para hacer un exfoliante de cara y cuerpo (que deja la piel suave y brillante, en serio), es algo que llevo practicando hace tiempo, pero que pretendo profundizar en mi limpieza.

Finalmente, quizás solo basta con hacer una lista de las cosas que nos gusta hacer y otra lista con las cosas que haces cada día o cada semana, y lentamente ver si se puede ajustar la segunda lista con la primera. Quizás eso es todo lo que falta para limpiar algunas cocinas.

Así es como partiré este nuevo año. Voy a limpiar mi cocina, sin tiempos ni apuros, lo que demore hasta que las metas se presenten solas. Como dice la canción de Camila Moreno, hacer “espacio pa’ que el presente se haga ancho, no tenga nada con que chocar.”

Fernanda Tapia

Santiaguina de nacimiento, berlinesa por el momento, diseñadora gráfica de profesión, coleccionista de detalles y cosas lindas, aprendiz en alimentación y consumo consciente.

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