Pie de foto: Hueso recolectado en el Parque Andino Juncal.
Me gusta pensar en la idea de que el ser humano tiene infinitos nacimientos. Todos tenemos un primer parto, desde el vientre materno. Pero también tenemos nuestros propios partos. Esos que vienen del contacto con el alma. En donde nos gestamos, alimentamos y aprendemos a querernos a nosotros mismos. Como dice Goethe “Mientras no mueras y resucites de nuevo, eres un desconocido para la oscura tierra”.
Hace algún tiempo que mi interés por amar, cuidar y proteger la naturaleza ha ido aumentando exponencialmente. Cada vez que llegaba a mi casa después de caminar en un entorno con mucha naturaleza me daba cuenta que se hacia presente la idea y el sentimiento de nacer otra vez, de volver al origen, a este estado que reconocemos como nuestro. Por eso, este verano me di el espacio para potenciar esos momentos, y decidí buscar un voluntariado en un parque, para potenciar ese vínculo “humano-naturaleza”. Y así fue como surgió la oportunidad de ir hacer un voluntariado al Parque Andino Juncal (www.parqueandinojuncal.cl).
Dejarse absorber por la naturaleza nos permite volver al origen, a nuestro propio origen. Nos ayuda a entender quienes somos y de donde venimos. Las conversaciones con uno mismo en un entorno natural fluyen como los ríos que bajan del deshielo, que con sus cauces inequívocos nos ayudan a construir un camino por el cual tenemos que pasar para entender, aprender e integrar. Sus ciclos y transformaciones nos hablan y nos revelan nuevos senderos vitales.
Pie de foto: Semillas recolectadas en Maitencillo.
Pie de foto: Parque Andino Juncal.
Cuando iba camino a mi experiencia en el parque, iba con esa idea en la cabeza. Con generar vínculos entre mi contenido interno y el contenido externo que me brinda un entorno natural. Sin embargo, estando allá, conocí muchas personas que me ayudaron a entender el vínculo entre nosotros y la belleza natural. Finalmente fue esto lo que lo hizo especial. No sólo se necesita el contacto en soledad con los ríos, la montaña y el bosque, si no que se potencia aun más si lo hacemos con otros. El roce entre seres humanos en un entorno natural es una tremenda fuente de creatividad. Y es aquí donde quiero ahondar.
Pie de foto: Semilla recolectada en el Parque Andino Juncal.
Conectarnos con nosotros mismos, con los demás en un entorno natural nos permite volver al origen, volvemos a nacer con nuestras propias creencias y valores y desde ahí reconocemos algo nuestro que recuperamos y usamos como contenido para crear. Nos damos cuenta que tenemos una creatividad que es única, auténtica y propia. Y necesitamos de la creatividad del resto para sacar a flote nuestras propias creaciones. Como dice Austin Kleon “La creatividad es siempre, en cierto sentido, una colaboración, un resultado de una mente conectada con otras mentes”. Y esto se potencia aún más cuando estamos sumergidos en la naturaleza, que nos acoge, nos protege y nos guía, meciéndonos como sus propios hijos.
Son estas experiencias las que dan vida a lo que llamo la “cadena de aprendizaje constante entre seres humanos”. Y mi cabeza lo ordena más o menos así: Cada vez que vivimos una experiencia como esta, que nos permite volver al origen, generamos nuevas reflexiones que se pueden convertir en una creación artística lo que genera una nueva reflexión en un otro. Por ende, nos ayudamos los unos a los otros.
Volver al origen nos permite ser quienes somos realmente. Y si somos quien realmente somos significa estar realmente vivos.
Algunos datos para potenciar el vínculo entre seres humanos en un entorno natural:
Parque Patagonia
Tiene un sistema de voluntariado para la Conservación Patagónica muy interesante. Hay que postular con tiempo, yo me quedé fuera por eso, así que OJO!
Parque Tagua Tagua
Es un parque maravilloso en el Lago Tagua Tagua, cerca de Río Puelo, a cuatro horas desde Puerto Varas. Es pequeño pero con muchas maravillas naturales.
Parque Andino Juncal
Este es el Parque en el que hice mi voluntariado. Es un lugar bello en plena Cordillera de los Andes. Recomendadísimo!