Imagen: Ilustración Transporte
Diversificar e integrar para construir una mejor ciudad.
La historia sobre el transporte público de Santiago comienza recién a mediados de siglo XIX. Hasta este período, las características de sus actividades y las dimensiones de su extensión “urbana” permitían que la población la recorriera tan sólo a pié. Con el correr de los años, la capital experimentó un constante camino de transformación tecnológica y diversificación de la oferta de movilidad, transitando desde el primer sistema de transporte público como lo fueron los carros de sangre (1857) hasta el actual modelo unificado de buses y metro en el Plan Transantiago (2011). Hoy, Santiago opera un sistema complejo y en constante transformación que busca dar respuesta a los desplazamientos de una población que crece a gran velocidad y cada vez más dispersa en el territorio.
Imagen: “Carros de Sangre” en Stgo
Imagen: Construcción Metro de Santiago
El actual colapso de la infraestructura de movilidad tanto pública como privada ha obligado a discutir y replantear la manera en que nos desplazamos por nuestra ciudad. Uno de los cambios más importantes del último tiempo ha sido la incorporación de la red de ciclovías como medio pasivo válido y masificado de transporte. Su uso durante los últimos 5 años ha evolucionado de ser una situación anecdótica para entrar de lleno en la cartera de inversión pública tanto ministerial como comunal. Iniciativas pioneras como “Bicicletas Públicas de Providencia” conquistaron rápidamente a una población que buscaba alternativas eficientes para moverse por la ciudad, ampliándose posteriormente a una red integrada de bicicletas con cobertura a 15 comunas de la capital y promoviendo infraestructuras de estándar internacional (Bike Stgo).
Imágen: Sistema de Bicicletas “Bike Stgo”
No obstante, generar un verdadero cambio en la visión de cómo diseñamos nuestras ciudades requiere mayores transformaciones que sólo el incentivo al uso de la bicicleta. El verdadero desafío parte de la integración de distintos medios de transporte bajo un sistema colaborativo más que competitivo. Debemos buscar la diversificación de las ofertas de movilidad para poder desarrollar una ciudad más eficiente y con mejores estándares en calidad de vida. Este es quizás uno de los principales desafíos para el Santiago de los próximos años.
Y podemos (debemos) ir un poco más allá. Quizás una de las piezas clave que debemos incluir en la ecuación de movilidad es la integración e intermodalidad de los sistemas de transporte, ya no sólo desde una perspectiva de accesibilidad física sino que también desde una mirada tarifaria. Un ejemplo concreto y simple de la falta de integración es el sistema de estacionamientos de bicicletas que entrega Metro el cual no puedes ser pagado a través de la tarjeta Bip!. Otro caso emblemático ha sido la independencia y segregación del sistema de bicicletas impulsado por la municipalidad de Las Condes generando un vacío en el servicio en relación al programa utilizada en el resto de la ciudad.
Hoy cada medio planifica y programa su infraestructura de manera independiente, poniendo en crisis una intermodalidad efectiva. Es por esto que la discusiones de estos temas resultan cada vez más relevantes, más aún teniendo en cuenta los proyectos transporte público que se están impulsando para la capital: La propuesta de trenes suburbanos que conectaran Melipilla (Sur) y Til Til (Norte) con Santiago; O el proyecto de tranvía en el sector oriente a cargo de las municipalidades de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea; O el anuncio del Teleférico Metropolitano dan cuenta de la intención de diversificación del transporte en la agenda de inversión pública.
Imágen: Imagen objetivo Tranvía Oriente (Sector Vitacura)
Imágen: Imagen objetivo “Teleférico Bicentenario”
Es en este último caso donde ha entrado con fuerza la discusión de estos temas. El proyecto Teleférico Metropolitano es un servicio intermodal de teleférico de 3,2 km para conectar el sector de Ciudad Empresarial con las comunas de Providencia y Las Condes. La propuesta no sólo es interesante por unir estos dos polos comerciales y centro de negocios bajo un sistema de transporte novedoso para la capital, sino que también potencia e integra el Parque Metropolitano como destino de la red para fomentar las actividades recreativas y deportivas. Es decir, incorpora una visión cualitativa del transporte basada comúnmente en los flujos de “Origen y Destino”.
Imágen: Imagen objetivo “Teleférico Bicentenario”
Si bien no cabe duda sobre su aporte al sistema de transporte de la ciudad para reducir la circulación de vehículos, ser un sistema limpio y libre de contaminación además de generar espacios pro peatones y ciclistas, la discusión recae en que no existe aún claridad sobre su integración tarifaria con Metro y Transantiago. Al perder esta oportunidad de intermodalidad se corre el riesgo de que se transforme en una infraestructura anecdótica, de uso esporádico y principalmente para turistas, perdiendo el sentido y la oportunidad de mejorar el transporte público urbano de la capital.
Debemos entender que la intermodalidad afecta directamente la calidad de vida de las personas, por lo que el desafío es continuar diversificando pero por sobretodo integrando los nuevos sistemas de trasporte urbano para poder vivir en una ciudad más limpia, amistosa y limpia.
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Alejo Weiss
“Viajando por el mundo en busqueda de la flor de los 7 colores”
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