Este invierno que se quiso quedar más de la cuenta nos retiene adentro cuando ya esperábamos pasar los días al aire libre. Imagino que ahora mismo hay muchas personas mirando por la ventana, deseando que mejore el clima. ¿Por qué estar en casa tiene que ser menos interesante que salir? Nuestro hogar es el espacio donde nos relacionamos con las personas más importantes de nuestra vida: la pareja, la familia, o nosotros mismos. Por eso el tiempo que pasamos ahí merece que le demos una oportunidad para ser especial y placentero.

Quedarse en casa puede ser un plan tan atractivo como cualquier otro. Basta con modificar algunos detalles para que algo cotidiano se convierta en un evento especial. Donde hay niños, mirar una película es un pasatiempo habitual, pero si organizamos una Noche de Cine, repartimos entradas y hacemos palomitas, se transforma en un plan diferente y mucho más emocionante. De la misma manera podemos tener un show de talentos, una discoteca, karaoke, acampes en el living, el cumpleaños del gato, y todo lo que la imaginación nos sugiera. ¡Lo mejor es que podemos hacerlo en pijama y descalzos!

La propuesta es congregar a la familia con actividades que nos diviertan a todos; no necesitan ser grandes cosas ni durar mucho tiempo. Jugar a las escondidas o bailar un rato todos juntos es suficiente para los más chiquitos. Cuando crecen, se puede aprovechar sus intereses para inventar juegos en familia: filmarnos y usar las aplicaciones de los celulares para crear videos divertidos; organizar campeonatos de Play Station o Xbox, de cartas o de taca-taca; presentarnos mutuamente nuestra música favorita; desafiarnos a encontrar los videos más divertidos de internet para reírnos todos juntos.

La casa se hace hogar no por sus muebles y objetos, sino principalmente por lo que vivimos en ella. Y los momentos compartidos en familia crean recuerdos imborrables. A veces ni siquiera hace falta organizar un juego: la ocasión se vuelve especial con un gesto como cambiar el lugar donde comemos normalmente o poner la mesa linda sólo para nosotros. Porque nadie es más importante ni merece más atención que los que viven en esta casa, y es agradable transmitir ese mensaje.

Si es bueno hacer esto por los chicos, sin duda es importantísimo para la pareja. A los adultos también nos beneficia un cambio en la rutina, aunque sea pequeño. Una cena cualquiera se vuelve romántica tan solo cambiando las luces por velas, vino y música. Recuperar los juegos de mesa, volver a ver fotos o videos viejos, planear viajes (posibles o no), cocinar juntos una nueva receta, darse un baño de espuma, y luego… lo que más les guste.

¿Y si estás solo? Es tu tiempo, aprovéchalo como un lujo y una cita contigo mismo. Date un baño de inmersión, aprende algo en un curso online, baila, pinta un mueble, organiza tus listas de música, relee cartas viejas, ordena tus cajones, escribe o simplemente duerme, que nunca viene mal. Date tus gustos, recuerda lo que te gustaba hacer cuando eras chico y juega. Nadie te ve, la libertad es absoluta.

Una casa alegre es una casa donde se permita vivir, desordenar, ensuciar un poco, y donde se propicie el encuentro. Abramos el juego, inventemos fiestas propias, llenemos nuestras casas de rituales, fabriquemos tradiciones familiares y recuerdos felices. Cultivemos la vida interior, que para enfrentarnos con el mundo habrá tiempo de sobra.

“Soy Licenciada en Educación, blogger, apasionada por la fotografía, la ilustración y el arte en general. Me emocionan las cosas simples de la vida y busco transmitir esa mirada”

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