Algo pasa cuando se acaban las vacaciones… Un temido mes de marzo comienza con esa sensación de nudo en el estómago, y la añoranza inmediata de un próximo verano. Será que en vez de esperar 11 meses, es momento reflexionar sobre cómo vivimos durante el año y comenzar a generar un cambio positivo?

Probablemente estamos amarrados a la sensación de obligación -absurda- respecto a ciertas tareas de la rutina “normal” que simplemente no hemos cuestionado, cuando en realidad está en nosotros la decisión de mantenerlas o erradicarlas.

Más de lo que creemos, tenemos absoluto poder para re-evaluar cada área de nuestra vida con la que realmente no estamos cómodos, y limpiarnos de la sobredosis de estímulos y obligaciones.

Este post es una invitación a reflexionar sobre aquellos hábitos que nos hicieron sentir en calma… cuáles son y cómo podemos traerlos a la rutina cotidiana

Espacio para la nada.
El placer de no tener algo que hacer es un llamado directo a evaluar la sobre-valoración que ha adquirido el estar ocupado. La verdad es que los tiempos de descanso son imprescindibles para recuperarse y recargar energías. No hay aprendizaje sin reflexión, y son los espacios de hacer nada donde digerimos los estímulos y consecuentemente aflora nuestra propia creatividad.

Hacer más con menos.
Un mazo de cartas o un puzzle viejo de 1500 piezas suelen ser los mejores panoramas de la casa de playa, y los recuerdos más lindos también. Salir a caminar de noche con una linterna, ir a comprar pescado y preparar el almuerzo, la once-comida con toda la familia sentada a la mesa…

De la improvisación nacen las mejores anécdotas.

Ser un turista dentro de la ciudad.
350 días de rutina al año aburren a cualquiera, pero los viajes en cambio son estimulantes porque los llenamos de paseos, experiencias nuevas y vida social improvisada.

Cuánto partido le sacamos a la ciudad donde vivimos? Seguramente hay un montón de cafecitos, galerías, museos, parques, mercados y barrios que no visitamos con suficiente frecuencia, o no conocemos del todo.

Las “cosas pendientes”.
Usamos el tiempo de vacaciones para hacer cosas que durante el año no nos damos el tiempo de concretar. Sean actividades de placer o trámites pendientes… la lista de deseos pendientes por cumplir no hace más que drenarnos de energía y generar frustración.

Tiene sentido dejar solamente un par de semanas al año para leer ese libro, comenzar ese hobbie o visitar ese lugar? El aburrimiento de la rutina y la tensión de las obligaciones y estímulos innecesarios no merecen  llevarse lo mejor de nosotros

Antonia Reyes
“Con un profundo interés por el mundo natural y el diseño, Antonia Reyes Montealegre trabaja como Ilustradora y Directora de Arte desde Santiago de Chile. Su trabajo se concentra en la ilustración naturalista, inspirada por el riquísimo patrimonio natural y biodiversidad de su país.”

Instagram: @antoniapajarito