Hojeando un libro sobre diseño de moda en Londres me topé con una cita del diseñador Gareth Pugh que, aunque retrata una situación común, no termina de convencerme:

“Fashion is fantasy; people want to be someone that they’re not. It’s that whole Cinderella thing. You aren’t that person but can be for a little while. There are infinite possibilities that exist within that idea.”

La vestimenta es una de las más importantes formas de manifestación no verbal. Comunicamos a través del lenguaje: palabras, acentos, entonaciones, gestualidades, posturas corporales, movimientos, actitudes… y así sucesivamente. La comunicación extendida a una sucesión de niveles nos introduce a la idea de la vestimenta como recurso lingüístico no verbal y la moda como vehículo de un discurso visual articulado.

Las decisiones de indumentaria describen ideas, convicciones, escalas valóricas y puntos de vista frente la sociedad. Escogemos la ropa interpretando el entorno y expresando valores estéticos en un discurso aliado a la construcción y manifestación de la propia identidad, de manera más o menos consciente.

La funcionalidad práctica original de la vestimenta nunca ha tenido que ver únicamente con protegerse de las agresiones ambientales. En los sistemas sociales siempre ha cumplido un rol de distintivo o diferenciador, adquiriendo valor comunicativo y convirtiéndose ante todo en un signo. El vestido entonces es expresivo, sea de la identidad individual o colectiva, y de gran potencial comunicativo.

Como todo lenguaje, el vestimentario está sujeto a códigos. Algunos de estos códigos se han presentado más sólidos y atemporales, pero cada vez más están sujetos a deformaciones y continuos reajustes. Dicho escenario vuelve fundamental una mirada crítica hacia el mundo de la moda.

En el que todos tengamos que vestirnos se integran la decisión consciente de un individuo que escoge la ropa de su clóset cada día con las influencias institucionalizadas por parte de la industria (marcas, diseñadores, sociedad… y todo el sistema de la moda) en un diálogo constante entre individuo y sistema.

La mirada crítica y un permanente estado de alerta y escepticismo nos previenen de perdernos en falsos absolutos y mecanismos manipulativos desarrollados para estimular no el consumo, sino el consumismo.

En el vestir hay una expresión de la identidad, y en esa expresión se aloja la manifestación de valores estéticos y un planteamiento frente al entorno y la contingencia. Vestir es entonces, también un acto político, y hoy en día el ciudadano necesario es quien cuestiona y desafía los discursos pre-establecidos por las instituciones dominantes.

“…en realidad el problema debería ingresar a quienquiera que decida vivir en la sociedad escuchándola hablar en todas las formas de que es capaz. Porque la sociedad, sea cual sea la forma cómo se constituye, “habla”. Habla porque se constituye y se constituye porque empieza a hablar. Quien no sabe escucharla hablar en los casos en que habla aún sin usar el habla la atraviesa a ciegas: No la conoce. No la modifica.”

Ilustración: Antonia Reyes @antoniapajarito

Antonia Reyes
“Con un profundo interés por el mundo natural y el diseño, Antonia Reyes Montealegre trabaja como Ilustradora y Directora de Arte desde Santiago de Chile. Su trabajo se concentra en la ilustración naturalista, inspirada por el riquísimo patrimonio natural y biodiversidad de su país.”

Instagram: @antoniapajarito