Algarrobo es conocido como uno de los balnearios más antiguos de este país. Cuando recorres su avenida principal, te encuentras con antiguas casonas de arquitectura colonial del siglo XIX como la Iglesia de la Candelaria, declarada monumento Nacional en 1986, casonas de los años 50 de familias ligadas a la política (casi todos los presidentes de esta país han tenido casa en Algarrobo) y edificios noventeros que desataron el boom inmobiliario de esta playa.

Son de esas playas de nuestro país donde todo se articula con una calle principal. Centro de toda la actividad playera, locales comerciales, restaurantes clásicos y últimamente mucha feria artesanal. Por otro lado, se ha transformado en caos con tacos en las horas pick del verano, haciéndose inevitable abandonar el auto y caminar de lado a lado. A pesar de todo esto, tiene los atardeceres más lindos que he visto. Está en una ensenada que por su geografía ha permitido el desarrollo de actividades náuticas apareciendo el deporte de las velas como uno de los más importantes y que son parte de cualquier vista que quieras rescatar. De 7 días a la semana, 4 hay viento y 3 puedes bajar a la playa como si estuvieras en una piscina. Las bajas y altas mareas cambian muchísimo el paisaje, pues cuando baja, la playa cambia a rocosa armando posones llenos de algas y vida marina.

El viento ha atraído a las familias de navegantes a enraizarse en esta playa. Hay dos clubs náuticos que organizan regatas y campeonatos nacionales donde vemos categorías infantiles con pequeños veleros adorables hasta los grandes “Soto 40” que son el tope de categoría.

Cuando uno tiene la posibilidad de mirar el borde costero desde el agua, entiendes y ves en su totalidad como se constituye este lugar turístico. Se organizan paseos en lanchones que recorren la ensenada y alrededores, a parte de las embarcaciones privadas que bajan por la caleta o a través de los clubs.

Lo que me gusta mucho también de este lugar, es que si miras desde el mar la silueta del poblado, tienes en una primera línea casas y edificios de baja altura, y en el fondo siguen luciéndose los grandes arboles que caracterizaron históricamente este lugar.

“De profesión Arquitecta, Máster en Diseño y Espacio Público. Mi gusto por el dibujo comenzó en las aulas de croquis urbano de la carrera de Arquitectura y terminó de confirmarse con mi posterior encuentro con “Urban Sketchers”.

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