Texto e ilustración: María José Manzur @marialacolorina

 

Estoy sentada en el jardín de mi taller y a primera vista la belleza no es protagonista. Me quedo unos minutos contemplando. Llega la luz de la tarde al pasto y enciende su color, observo como caen las últimas flores de la Camelia, miro hacia el cielo y veo el brote de las hojas del parrón. Me doy cuenta que estoy rodeada de belleza, siento un placer profundo sumida en el poder de la contemplación. Y es porque esas es una de las facultades más lindas que tiene la contemplación, revelar la belleza en todo lo que nos rodea, produciendo una sensación de bienestar profundo.

Cada día que avanza estamos más conectados con la inmediatez y no con la contemplación. Mientras más cosas hacemos en un día, más eficientes y “mejor” nos sentimos. Y cada día que pasa nos acostumbramos más a la observación inmediata en vez de practicar más la observación contemplativa. La contemplación requiere tiempo, que en estos días puede parecer “tiempo perdido” pero al revés, es el momento de la riqueza, de llenarse por dentro, de alimentar el jardín interno, de entender que todo lo que está afuera, está adentro. Cuando nos conectamos con la contemplación se produce un equilibrio entre el estado interno y externo, y eso nos permite encontrar la belleza en la simpleza, una belleza sincera, que nos conecta con los esencial y verdadero. Como dice Platón “La belleza es el esplendor de la verdad”.

He descubierto que hay un lugar en que el estado contemplativo se da de forma orgánica: en la naturaleza. Y es porque al estar en ella nos conectamos con un tiempo y espacio diferente al de nuestra rutina diaria. Comenzamos a contemplar, a mirar su diversidad, sus matices y sus formas, su pequeñez y su magnitud y entramos en un estado diferente, con un ritmo diferente, que nos saca de lo cotidiano. Esto permite que se abra un espacio para conectarnos con nosotros mismos para encontrar la belleza en su estado natural.

Hay una frase de Umberto Eco que dice lo siguiente: “Ante la perecedera belleza, la única garantía está en la belleza interior, que no muere.” Entonces, si estamos en la naturaleza inducimos la contemplación, si estamos en un estado contemplativo, equilibramos lo externo con lo interno, si generamos este equilibrio nos conectamos con nuestro interior en donde observamos desde nuestra propia visión, ententiendo que la belleza no está solamente en lo visualmente atractivo a simple vista si no en todo lo que compone nuestra realidad, generando un placer prístino.

Aquí les dejo datos en y cerca de Santiago para estar en la naturaleza y practicar la observación contemplativa:

 

María José Manzur

Me gusta explorar, reflexionar y crear. Una parte de mi visión del mundo está en mi cuenta de instagram: @marialacolorina