Termina 1991 y la ciudad de Dubróvnik es víctima de los bombardeos del ejército Yugoslavo, en el marco de la guerra por la independencia croata. Poco más de 25 años han pasado ya, y desde la altura de sus muros hoy se aprecia claramente la diferencia de color entre las tejas avejentadas y las nuevas que reparan los daños. Caminando el recorrido por el perímetro de la muralla, los parches de cuadraditos de un brillante terracota llaman mi atención, pero son los manchones de verde entre los ladrillos los que se llevan mi cariño.
La mitad corresponde a jardines, paulatina e improvisadamente armados por la gente. La otra mitad, brotes de verde que crecen en forma silvestre tras el bombardeo, en un intento tímido por reclamar su lugar original.
Hoy día la ciudad amurallada es una combinación de escenario turístico perfectamente montado y vestigios de realidad que quedaron en pie tras los bombardeos de la guerra. Los esfuerzos de la Unesco por restaurar este patrimonio de humanidad comprenden la reconstrucción para acercarlo a su estado original. Pero por mi cabeza eso de “original” se entiende como algo diferente.
Lo que despectivamente llamamos maleza es en realidad flora silvestre. Si no endémica, tremendamente adaptada al entorno y por lo tanto con facilidad para crecer y extenderse rápida y vigorosamente. Son en sentido general, y específicamente en el contexto de la jardinería y agricultura, plantas indeseadas y consideradas una molestia. Pero en estos jardines improvisados entre las ruinas que aún quedan al interior de la vieja ciudad amurallada, más parecen ser las protagonistas.
Desde el punto de vida de la estética del paisaje, la belleza de la flora silvestre es una oportunidad para crear un jardín en armonía con especies del lugar y entregar el diseño al criterio de éstas. En una segunda capa de lectura, la porfía de su crecer y resiliencia de su carácter nos obliga a no olvidar quién estaba ahí primero.
Ilustración: Antonia Reyes @antoniapajarito
Antonia Reyes
“Con un profundo interés por el mundo natural y el diseño, Antonia Reyes Montealegre trabaja como Ilustradora y Directora de Arte desde Santiago de Chile. Su trabajo se concentra en la ilustración naturalista, inspirada por el riquísimo patrimonio natural y biodiversidad de su país.”
Instagram: @antoniapajarito