Mantener una casa en orden es un dolor de cabeza para muchos de nosotros y lo ha sido también para nuestras madres, abuelas y bisabuelas. Exceptuando a los pocos afortunados que tienen una facilidad natural para ser ordenados, para el resto de los mortales es una eterna lucha, en la que algunos han decidido rendirse. Nos cuesta, nos exaspera, a veces hasta nos enfrenta con otros miembros de la familia.

A su vez, desde que alguien identificó ese problema, no han dejado de surgir intentos de solución: recetas, artículos, métodos, consejos o productos que procuran aportar algo a la organización del hogar. El feng shui mismo ha debido adaptarse y aconsejarnos sobre este problema, que no existía en los comienzos de la disciplina. El desorden y la acumulación son propios de los tiempos actuales, cuando la facilidad de consumo nos hace guardar mucho más de lo que usamos en el corto plazo.

Hace un par de años el tema del orden experimentó un resurgir muy fuerte, en buena medida debido al impacto que tuvo el libro de la japonesa Marie Kondo.  En “La Magia del Orden”, ella asegura: “cuando hayas acabado de poner orden en tu casa, tu vida cambiará drásticamente. Sentirás cómo se ilumina tu mundo y nunca volverás al caos”. La promesa es tentadora, y por cierto su trabajo es muy revelador.

¿Pero por qué ordenar? ¿Es necesario, es para todos? Todos conocemos a alguien que vive en una casa desordenada y no parece importarle. Antes de iniciar un proceso de reorganización, antes de elegir el método, tenemos que estar convencidos de que lo necesitamos. Debemos haber experimentado el cansancio que nos provoca ordenar una y otra vez un caos que nunca termina, la depresión que nos da ver nuestros armarios atiborrados de cosas inexplicables. Solo entonces vamos a buscar el orden a nivel conceptual.

El desorden estanca la energía, nos hace sentir aletargados y desmotivados. Nos distrae de lo importante, nos confunde y nos irrita. En el otro extremo, igualmente malo es el exceso de orden: ese afán que se torna en obsesión y nos impide disfrutar o relajarnos, que convierte el tema en una pelea constante con los demás y nos hace miserables. En el centro está el orden, que es una virtud, y nos permite distendernos a la vez que cuidamos lo que tenemos y somos respetuosos de quienes nos rodean.

Cuando hablamos de orden, no nos referimos solamente a la organización de las cosas materiales en nuestro hogar o espacio de trabajo. Somos también ordenados en la forma en que conducimos nuestra vida, en la forma de organizar nuestras ideas y en el uso del tiempo. Al mantener las cosas en su lugar, la vida se hace  más fácil ya que no se pierde el tiempo tratando de buscarlas. Al tener nuestras ideas ordenadas, podemos vivir de acuerdo con nuestras prioridades y tomar mejores decisiones. Ser organizados en el uso del tiempo es valorar como un tesoro cada día que nos fue dado en esta vida.

El orden a nivel material y a nivel mental suelen ir de la mano. “Cuando pones tu casa en orden, también pones en orden tus asuntos y tu pasado. Como resultado, puedes ver con claridad lo que necesitas en tu vida y lo que no, lo que debes hacer y lo que no”, explica Kondo, y asegura que sus clientes se muestran muy contentos y que la organización ha cambiado su manera de pensar y su perspectiva de la vida.

¿Qué es lo novedoso del método KonMari? El secreto del éxito es organizar todo de un tirón, no poco a poco, de manera de cambiar nuestra mentalidad drásticamente y generar un verdadero impacto en nuestra vida. Las posesiones se ordenan por categorías (ropa, libros, documentos, etc.) y no por ambientes de la casa, que es lo que normalmente hacemos. Además, hay un “orden para ordenar”, siendo lo primero desechar, y hacerlo de una vez. Para decidir qué conservar y qué descartar, Kondo propone tomar cada objeto con la mano y preguntarnos “¿esto me hace feliz?”. Es un pequeño cambio de enfoque que hace una gran diferencia.

Vivir rodeados de las cosas que amamos es un buen punto de partida para vivir también rodeados de las personas, las actividades, las ideas y costumbres que amamos. Vale la pena además aprender a vivir con menos, andar más ligeros de equipaje, llevando con nosotros sólo lo que nos hace bien y valorando cada cosa que tenemos. Y adoptar la virtud del orden, que es respeto por las cosas y por el prójimo, que es  gratitud y austeridad, que nos ayuda a sacar mejor provecho de nuestro tiempo y tomar decisiones que nos hagan más felices.

Fuentes:
– Cathleen McCandless, Feng Shui that makes sense, Two Harbors Press, 2011.
– Marie Kondo, La magia del orden. Aguilar, 2015.
– Marta Arrechea Harriet de Olivero, “El Orden y la Obediencia”, en Catholic.net

“Soy Licenciada en Educación, blogger, apasionada por la fotografía, la ilustración y el arte en general. Me emocionan las cosas simples de la vida y busco transmitir esa mirada”

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