Texto: Por Nicolás Sanchez / Imágenes: Cantando Victoria

Este clásico barrio ñuñoíno reúne muchas características que lo transforman en un sector ideal para vivir: tranquilidad residencial, construcción de una próxima estación de metro, cercanía a la célebre Plaza Nuñoa (centro de la vida gastronómica, cultural y bohemia de la comuna) y, como corazón urbano, el Parque Juan XXIII.

DeIimitado por las avenidas Irarrázaval (norte), Grecia (sur), Alcalde Jorge Monckeberg (este) y las calles Brown Sur y Doctor Johow (oeste), este barrio nació de los jardines y terrenos adyacentes de la chacra Santa Julia, cuya antigua casa patronal hoy funciona como Casa de la Cultura de Ñuñoa. Gracias a su ubicación en pleno corazón de la comuna y sus amplias calles interiores, en este sector se pueden encontrar tanto rincones silenciosos y apacibles (en calles como Los jardines o en los alrededores de Plaza Tocornal) como una amplia gama de servicios y equipamiento. Por ejemplo, en materia de colegios, existe una diversidad que abarca desde el Liceo Experimental Manuel de Salas a colegios como Henri Fayol o Instituto Pablo Neruda; también hay abundante comercio, desde supermercados a amplia variedad de minoristas en avenida Irarrázaval (particularmente hacia Pedro de Valdivia). En el rubro gastronómico, en tanto, los vecinos cuentan con uno de las ofertas más atractivas y completas de la capital, la cual se extiende desde los tradicionales restaurantes en torno a Plaza Nuñoa al más reciente boulevard que lleva el mismo nombre (para más detalles, ver Barrio Plaza Nuñoa).

En materia de conectividad, el servicio Transantiago realiza recorridos desde el oriente al poniente  a través de las avenidas Irarrázaval y Grecia (en conexión con la autopista Vespucio – Sur) y en dirección norte – sur por José Pedro Alessandri (equivalente a Macul o Los Leones). También hay recorridos sectoriales desde las calles Dublé Almeyda y Eduardo Castillo Velasco. Pero, sin dudas, un hito que cambiará la plusvalía del barrio y sectores colindantes -en cuanto a su impacto inmobiliario- será la puesta en funcionamiento, a partir de 2018, de la estación Chile España de la futura Línea 3 de Metro (que se ubicará en Irarrázaval con  Av. José Pedro Alessandri).

El barrio Juan XXIII se inserta en la comuna de Nuñoa, la cual tiene una superficie de 16,9 km². Ésta, en materia demográfica -según el censo del año 2002- sumaba 163.511 habitantes, cifra que cambió tras los resultados preliminares del censo 2012, el que estimó su población en 195.300 habitantes, aumentando en un 19,4% en diez años. La comuna es reconocida por ser una de las que tiene mayor calidad de vida de Santiago; también es catalogada como una de las más seguras de Chile y su índice de desarrollo humano es uno de los más altos del país. En materia educacional, alberga la mayor cantidad de profesionales con estudios universitarios de Chile (18,11% del total de profesionales del país) y está compuesta fundamentalmente por grupos socioeconómicos medios altos y altos (1).

Los orígenes del Barrio Juan XXIII

Hacia fines del siglo XIX, los otrora precarios rancheríos instalados en las inmediaciones del camino de Nuñohue (actual Av. Irarrázaval) se habían convertido en un activo pueblo con abundante comercio, escuelas, una iglesia, servicios de correo, registro civil y diversos medios de transporte. Este avance posibilitó que en 1891, las autoridades de aquel entonces firmaran –como consecuencia de la reforma de la “Comuna autónoma” realizada por el Ministro del Interior José Manuel Irarrázaval- el decreto que crea la Municipalidad de Ñuñoa, compuesta originalmente por subdelegaciones rurales del sector sur y oriente de Santiago (2).

Hacia 1895, algunas de las numerosas propiedades agrícolas del sector comenzarán a lotearse para formar nuevas urbanizaciones. Según la reseña histórica del sitio web de la Corporación Cultural de Nuñoa, este fenómeno fue gatillado desde el sector norte la ciudad. “Las chacras cercanas al río Mapocho dieron origen a poblaciones y conventos que comenzaron a extenderse hacia el sur, causando gran presión en los propietarios próximos al camino de Ñuñoa. La venta de las últimas hijuelas del viejo fundo Barainca dieron origen a la población del Salvador, mientras que el loteo de la Chacra Lo Gandarillas originó la población San José, donde se instalarán los Misioneros Pasionistas, constructores de la conocida iglesia de Santa Gemita. La extensa chacra de Lo Cañita (entre las actuales Yrarrázaval, San Eugenio, Eduardo Castillo y Pedro de Valdivia) fue donada por José Domingo Cañas a la Junta de Benefi                 cencia con el compromiso de crear una nueva urbanización que se denominó Población Cañas” (3).

Hacia el sur de esta chacra se encontraba Lo Encalada, a la cual se entraba por un callejón que es actualmente la calle Lo Encalada. Luego, siempre hacia el sur, seguía Lo Valdivieso, chacra que tenía acceso por un camino del mismo nombre que empalmaba con el callejón de Lo Encalada y que hoy constituye la avenida del Estadio.

Otra interesante fuente para indagar en los orígenes del barrio Juan XXIII y sus alrededores es el libro “Ñuñohue: historia de Ñuñoa, Providencia, Las Condes y La Reina”,  escrito por René León Echaíz y publicado en Santiago en 1972. De acuerdo a esta investigación,  ambas chacras citadas tuvieron procesos de urbanización durante las primeras décadas del siglo XX, siendo en los terrenos de Lo Valdivieso donde fue construido el Estadio Nacional en 1938. A continuación de Lo Cañita, hacia el oriente y enfrentando también la avenida Irarrázaval, seguía la chacra Lo Infante, que perteneciera primero a José Miguel Infante y después a Exequiel Fernández.

Más hacia el oriente, llegamos hasta los terrenos que actualmente conforman el barrio Juan XXIII y que en ese entonces constituían la chacra San Gregorio. Ésta fue vendida por Luis Gregorio Ossa en abril de 1910 a José Pedro Alessandri Palma, y comprendía 191 cuadras de cultivo y siete lotes de terrenos que el señor Ossa trazó en las proximidades de la plaza Ñuñoa con el nombre de Población San Gregorio. José Pedro Alessandri dio a esta chacra el nombre de Santa Julia, en homenaje a su esposa doña Julia Altamirano de Alessandri. Citando el texto de “Ñuñohue…”: 

A poco andar, el señor Alessandri realizó en su chacra una gran obra de urbanización. Trazó por en medio de ella una gran avenida hacia el sur y vendió lotes de terreno a uno y otro lado de ella. La avenida fue llamada primero Gran Avenida, luego Avenida Macul, y actualmente Avenida José Pedro Alessandri. Los sitios vendidos fueron edificados con hermosos palacetes y chalets, que convirtieron el sector en un destacado barrio residencial. Posteriormente la parcelación continuó avanzando y se trazaron dentro de la chacra numerosas calles. Una de ellas, que lleva el nombre de Santa Julia, era un antiguo camino interior de la propiedad. Las antiguas casas de la chacra fueron donadas por la sucesión de don José Pedro Alessandri a la Municipalidad de Ñuñoa (4).

Justamente, el Parque Juan XXIII, principal hito urbanístico del barrio, nació de los antiguos jardines de la chacra Santa Julia, cuya antigua casa patronal (conocida como el “Palacio Ossa, construido en 1860 por Luis Gregorio Ossa), hoy es el edificio de la Casa de la Cultura de Ñuñoa.

El mágico y querido Parque Juan XXII

Inevitablemente, una descripción o recorrido del barrio Juan XXIII comienza visitando el Palacio Ossa, declarado Monumento Nacional en 1973. Ubicado en la Av. Irarrázaval 4055, esta imponente mansión de estilo neoclásico norteamericano se divide en dos niveles, generalmente destinados a exposiciones y actividades de extensión. Su patio, con sus añosos pinos, araucarias, palmeras y esculturas conforma una imponente postal, tras la cual se da inicio al Parque Juan XXIII, el cual se extiende entre calles Dublé Almeyda y Doctor Agustín Andrade.

Varios factores hacen de este recinto un lugar muy especial y entrañable para sus vecinos: por un lado, es una especie de rincón secreto escondido entre dos importantes arterias santiaguinas, como lo son Irarrázaval y Grecia; por otro, es bordeado por las casas de las calles Los Jardines y Juan Moya, lo que les da acceso propio al parque, que se transforma así en una especie de patio para estos hogares. Una extensión soñada, compuesta por ceibos, araucarias, jacarandás, cedros, castaños, liquidámbares, prunos, crespones y palmeras de Las Canarias, entre otros árboles y plantas. Buena parte de este diseño es mérito del equipo compuesto por el arquitecto y cineasta Álvaro Covacevich, Enrique Gigoux y el paisajista japonés Nakagawa, quienes en 1955 reformaron los jardines originales de la chacra Santa Julia, dándole un toque unificado y armónico con la comunidad.  El Parque oficialmente sería inaugurado en la década de los 60’s.

Álvaro Covacevich también realizó un registro para la posteridad de su creación, al filmar una locación del parque para su película “Morir un poco” (1966): en la escena, el protagonista se sumerge en una gran pileta de agua, con el fin de purificar su cuerpo, mente y espíritu. Sin embargo, donde antes había una pileta con peces y una cascada ahora sólo hay pasto.

El parque –que por las tardes es el escondite favorito para grupos de colegiales con guitarras-cuenta además con diversos íconos en su diseño, como los juegos infantiles con formas de jirafa, cocodrilo, tortuga y ballena que se han hecho inolvidables para niños de diversas generaciones, o el parrón metálico que aporta un largo y fresco techo verde a los visitantes. También, hacia el final, hay un teatro griego, donde –según cuenta la historia- en los años 60’ se presentó el musical “Jesucristo Súper Estrella”. En el ágora del anfiteatro se encuentra un mural de Gregorio de la Fuente, pintor y muralista chileno (autor también del mural de la ex estación de trenes de Concepción y Los Andes).

Por todo lo anterior, el Parque Juan XXIII se mantiene plenamente vigente para sus vecinos, ya sea para leer un buen libro sobre el pasto, echar una caminata entre su naturaleza, o pasear en pareja. Durante los fines de semana la tranquilidad da relevo a eventos especiales como tocatas, picnics, ferias de libros y artesanías o reuniones vecinales.

El resto del barrio mantiene un equilibrio entre el tráfico de sus principales arterias (Como Dublé Almeyda, Juan Moya Morales, Eduardo Castillo Velasco) y calles interiores de sorprendente apacibilidad como Los Jardines o la plaza Tocornal (entre Brown Sur y Los Talaveras), que por su diseño y entorno parece congelada en el tiempo.

Respecto a la arquitectura, en general se mantiene el estilo característico de los barrios ñuñoínos: gran presencia de casas unifamiliares grandes, generalmente de dos pisos y de estilos mayoritariamente neoclásico, inglés y art deco. Destacan también las bellas arboledas en la esquina de Santa Julia con Edo. Castillo Velasco y las amplias con ciclovías de Juan Moya Morales.

El barrio también es parte de la ciclovía de la calle Dublé Almeyda, la cual se emplaza entre la Av. Américo Vespucio y la intersección de las calles Fernández Concha, República de Israel y Matta Oriente. Esta vía, además, está diseñada como una ruta de carácter patrimonial y arquitectónico, pues en sus 4, 6 km. de recorrido articula cuatro hitos urbanos de relevancia para la comuna de Ñuñoa: la Villa Frei, el Parque Juan XXIII, la Plaza Ñuñoa y El Barrio Elías de la Cruz (5).

Dos vecinas con la camiseta por su barrio

Por la esquina conformada por Moya Morales y Eduardo Castillo Velasco se encuentra la tetería Namas-Té, una nueva picada del barrio especializada en repostería tanto tradicional como saludable (o sin azúcar). Sus dueñas y fundadoras son Ana María Andrés Ibáñez y Joselyn Arriarán -madre e hija, respectivamente- quienes aseguran que han sido vecinas “de toda la vida” del barrio Juan XXIII. Joselyn, de hecho, dejó su trabajo en una conocida aerolínea para dedicarse de lleno a este emprendimiento.

“Yo vivo a una cuadra y media de acá, en el pasaje Los Cerezos. Y mi casa de infancia, que es la casa de mis abuelos, está en Los Talaveras. Después vivimos en Augusto Villanueva por muchísimos años”, cuenta la joven empresaria.  “A mí, sobre de todo de este barrio me encantan las casas de Juan Moya, la vegetación que hay. Y que tiene todavía eso como de barrio que no se da en otros lados. Por ejemplo, en Villanueva vivíamos en un pequeño edificio y habían casas alrededor, yo tenía muchos amigos y jugábamos en la calle”.

“Sumándome a todo lo que dijo mi hija, agrego a los árboles, la vegetación. Es un barrio que tiene mucha vegetación. Las casas son grandes, con plantas preciosas la mayoría. Hay araucarias incluso, palmeras, arbustos grandes con flores.  Bueno, y el parque Juan XXIII”, complementa doña Ana María. 

La localía y camiseta por el barrio sin dudas ayudaron a hacer rápidamente conocido el local, tras su inauguración en marzo de 2016. 

“Cuando vimos esta casa y me gustó, me decían ‘pero si en ese sector no hay nada’. Yo respondía que en Echeñique tampoco hay nada, puros barrios residenciales y les va espectacular. No tendría por qué no irnos bien”, recuerda Jocelyn.

La tetería Namas-Té dispone de una amplia carta para todos los gustos: desde té de hoja tradicional, jugo de fruta natural y copas de helado, a café de variedades, delicias de nuez, pie de limón, tartas y kuchen, cheesecake, torta, sándwich, pizzas, empanadas integrales, artesanales y pan integral. “También tenemos repostería sin azúcar y repostería vegana. Y próximamente habrá repostería sin gluten”, cuenta Jocelyn. Para los más peques, hay columpios y juegos en el patio. La idea es que las mamás –muchas vecinas y conocidas del lugar- puedan venir y pasar un rato tranquilo y relajado. 

Ana María, por su parte, es además terapeuta, con especialidad es la facioterapia. “Es un tipo de reflexiología. Es como la acupuntura, pero sin puntos”, explica.  Nuñoína de toda la vida, cuenta que nació en Los Talavera con Galicia, y que viví allí hasta que se casó. Sus estudios los hizo en el Instituto Santa María, luego se licenció en educación física y al poco tiempo volvió al barrio. “Las monjitas me fueron a  buscar para trabajar en el instituto”, asegura.  También fue atleta especialista en 100 y 200 metros planos y salto largo, disciplina que entrenaba en la rama “Chunchitos” de la Universidad de Chile.

“Cuando era chica, de Grecia para allá era un fundo, no sé si se juntaba con la Viña Cousiño, pero no se veía el fondo. Y de Los cerezos a la cordillera habían chacras, nosotros íbamos a jugar ahí y veías gente a caballo cuidando. En ese tiempo estaba el Estadio Nacional nomás, y cuando iba a entrenar iba a pata con mi papá por un camino entre matas de choclo”, recuerda Ana maría.  “En Galicia, entre Los Talaveras y Brown Sur jugábamos a las naciones. También hacíamos bicicleta y patines. Y cuando estudiaba, lo hacía en la plaza chica (Plaza Tocornal) o en la casa de la cultura”.

En los años 60’, los panoramas vecinales  abarcaban todo el fin de semana. “Cuando yo era niña, en la Plaza Nuñoa, de la iglesia hacia acá, había una terraza grande y ahí se hacían bailables. Íbamos todos los sábados, a bailar rock & roll y twist. Los domingos se iba a la misa de 10 y después íbamos a la matinal del Teatro Dante, que quedaba frente la Plaza Nuñoa (actual Teatro de la PUC)”, rememora doña Ana María.

El recambio urbanístico y generacional  

Respecto a la regulación de alturas del barrio, el actual plan de la comuna determina distintos límites según el sector: mientras algunos continúan siendo “protegidos”, en otros se permiten edificios con altura máxima de ocho pisos; también hay otros casos donde la altura se determinará por “el paño” o capacidad de uso de suelo. Es el caso del sector conformado por Dublé Almeyda/Doctor Johow: mientras esta última aún mantiene baja edificación, D. Almeyda ha concentrado gran parte del boom inmobiliario de la comuna, al igual que avenida Irarrázaval y sus sectores colindantes (6).

Desde la tetería Namas-Té, tanto Jocelyn como Ana María coinciden en el efectivo impacto que genera el aumento de edificios. “Yo después de mi infancia, nunca más viví en un barrio donde me conociera mucho con los vecinos. Por ejemplo, a dos cuadras de mi casa vivía don Rafael Retamal, que era el Presidente de la Corte suprema. Todos sabían quién era, lo saludaban y respetaban. El Coco Legrand vivía en Santa Julia. Dra malo, era pelusa (risas)”, recuerda Ana María.

–Yo no cambiaría Nuñoa por nada –afirma Jocelyn.

–La  gente de Nuñoa es clase media, pero clase media más auténtica -complementa su madre. “En general la gente que nace en Nuñoa permanece en Nuñoa. Me pasó a mí en la casa donde yo nací, mis papás murieron allí viejitos, lo mismo mis vecinos que eran todos propietarios.  Y aquí yo noto algo muy parecido, mucha de la gente que está acá adquirió la casa de sus papás y quiere permanecer en el barrio. En general es gente profesional, de esfuerzo”.

Notas

(1)- Según información compilada en Wkipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%91u%C3%B1oa#cite_note-3

(2)- Según lo señala la reseña histórica la web de la Corporación Cultural de Nuñoa, en  https://ccn.cl/patrimonio-cultural-de-nunoa

(3)- Según lo señala la reseña histórica la web de la Corporación Cultural de Nuñoa, en  https://ccn.cl/patrimonio-cultural-de-nunoa/

(4)- Echaíz, René León :  Ñuñohue: historia de Ñuñoa, Providencia, Las Condes y La Reina, pág. 217. Editorial Francisco de Aguirre S.A, Santiago –Buenos Aires, 1972.

(5)- Según lo señala el blog lofscapes en: https://www.lofscapes.com/blog/2015/12/16/cicloruta-dubl-almeyda

(6)- Según entrevista realizada a Pedro Hernández, diseñador paisajista de la municipalidad, en marzo de 2016.

Datos

Educación
– Colegio Manuel de Salas (Irarrázaval esq. Brown Sur).
– Instituto Pablo Neruda: Doctor Johow 400.
– Escuela de lenguaje Gotita Blue (educación especial): Juan Moya morales 974.
– Escuela especial de lenguaje Boy Happy: Los Jardines 727.
– Henri Fayol: Manuel de Salas 487.
– Instituto Santa María: Juan Enrique Concha 273.
– Colegio República de Costa Rica: Humberto Trucco 123.
– Colegio Irarrázaval: Alcalde Jorge Monckeberg 95.
– Colegio República de Siria: Avenida Grecia 4000.
– Universidad Metropolitana de Ciencias de la educación (UMCE): José Pedro Alessandri 774.

Jardines infantiles y sala cuna
– Mundo feliz: Brown Sur 380.
– Ceintrale, Escuela de Lenguaje: Brown Sur 344.
– Ciclo preescolar Liceo Manuel de Salas: Pedro Torres 96.
– Montessori Saint Francés: Pdte José Battle y Ordoñez 3688.
– Magic Flowers: Manuel de Salas 516.
– Mi jardín: Juan Moya Morales 950.
– Repollitos: Los Jardines 168.
– Chamin: Alcalde Eduardo Castillo Velasco 4312.
– Tía Bea: Juan Enrique Concha 368.

Cafeterías y dulcerías
– Tetería Namas-Té: Juan Moya Morales 472.
– Newen Vegetariano: Duble Almeyda esquina Brown Sur.
– Pastelería Zuckerhut: Juan Moya Morales 374.

Comercio y otros
– Minimarket Castillo Velasco: Edo. Castillo Velasco 3567.
– Pastelería Sabor y arte (tortas y kuchen, tortas con sucralosa): Irarrázaval 3800
– La Postrería: Juan Enrique Concha 435
– Supermercado Líder: Av. Irarrazaval 2928 (Suecia).
– Supermercado Unimarc Irarrázaval (esq Alcalde Jorge Monckeberg)

Deportes y vida sana
– Polideportivo Nuñoa: Juan Moya Morales 1370.
– Centro Terapéutico Holístico Mahayana: Alcalde Jorge Monckeberg 333.

Patrimonio
– Palacio García-Falabella (Corporación Cultural de Nuñoa)
– Castillo Ortúzar
– Palacio Ossa (Casa de la Cultura de Nuñoa)

Áreas Verdes
– Parque Juan XXIII
– Plaza Tocornal (Edo Castillo Velasco, Brown Sur)

Salud y otros
– Fundación del Niño Oncológico, casa Sagrada Familia: Manuel de Salas 371