Texto: Por Nicolás Sanchez / Imágenes: Cantando Victoria

Hasta hace algunos años, el barrio El Aguilucho era considerado un antiguo sector residencial de envejecidas edificaciones, ajeno a la renovación de otros barrios de Providencia. Buena parte de sus vecinos eran gente de avanzada edad, quienes, no sin dificultades, debían costear la mantención de grandes y antiguas casonas, la mayoría de ellas concentradas en calles como El Aguilucho y Pedro Lautaro Ferrer.

Sin embargo, este situación ha comenzado a cambiar cuando un grupo de jóvenes emprendedores decidió tomar cartas en el asunto, organizándose entre sí y junto a quienes han vivido ahi desde mucho antes, para revalorizar el barrio, mejorar la calidad de vida de todos quienes viven ahí y catapultarlo como uno de los destinos urbanos de Santiago a visitar. En poco tiempo, ya han obtenido notorios resultados.

Un resurgimiento prometedor

Ubicado aproximadamente en el cuadrante conformado entre Diego de Almagro, Chile-España, Los Leones y Hernán Cortez, este barrio de clase media se caracteriza por la tranquilidad que emana de sus calles interiores y sus casas de un piso, breve antejardín y techos de zinc. Su extensión abarca una docena de manzanas y hasta la década de los 70’s perteneció a la comuna de Ñuñoa.

“Parte del barrio El Aguilucho está conformado por la población San José, que data de principios del Siglo XX. La población se origina producto del loteo de parte de la propiedad de la congregación que antes se ubicaba donde ahora está el Campus Oriente de la Universidad Católica. Las viviendas que ahí se construyeron estaban destinadas para las personas que empleaba la congregación, lo que condiciona que sus habitantes sean antiguos trabajadores del sector”, explica Constanza Abusleme Bucarey, arquitecta y asesora urbanística de la Municipalidad de Providencia.

Los cambios en la planificación urbana determinaron el traslado administrativo de El Aguilucho a Providencia, una comuna de elegantes y tradicionales barrios como Pedro de Valdivia, Ricardo Lyon, Suecia y El Bosque, sectores que a partir de los 80’s experimentaron un auge inmobiliario que no incluyó a este sector.

Sin embargo, desde hace unos cinco años atrás, el panorama comenzó a cambiar. Tiendas de cafés, restaurantes y boutiques de diseño comenzaron a aparecer paulatinamente en el sector, sumándose a los antiguos locales de restauradores, mueblistas y anticuarios, convirtiendo a este barrio en un interesante circuito gastronómico y comercial. Un lugar agradable y con tradición, donde profesionales jóvenes y artistas pueden encontrar “picadas” y objetos exclusivos.

Este resurgimiento ha venido de la mano de iniciativas que buscan la integración entre vecinos de distintas generaciones. Una de ellas fue el proyecto “Planta banda”, que consistió en la plantación colectiva de 145 mt2 de huerta-jardín en algunas veredas del barrio, las que son administradas por los propios vecinos.

Imagen: www.plantabanda.cl

“Actualmente el barrio concentra una cantidad importante de equipamiento comunal como el Polideportivo y el SAPU, y se han desarrollado varias iniciativas barriales como los huertos urbanos y un plan territorial comunal que implicaba desarrollo de actividades y trabajos con la comunidad, catastro de adulto mayor, entrega de composteras para reciclaje de residuos orgánicos y la organización gremial de los comerciantes para reactivar actividades”, evalúa Constanza Abusleme.

Uno de los artífices de la organización entre comerciantes ha sido el empresario Rodrigo Castillo, dueño de la tienda de diseño Wengue The Sofá Factory, ubicada en la misma calle El Aguilucho. Vecino y locatario del barrio desde 2004, este joven emprendedor se propuso crear un polo de interés turístico en el lugar mediante diversas acciones, como congregar a los locatarios, incentivar la llegada de nuevas tiendas y buscar apoyo municipal.

”A mí en forma particular me tocó un tiempo viajar muy seguido a Buenos Aires. Hacía mis negocios y luego me dedicaba a caminar, y tú veías que en Palermo y donde hubiera microbarrios había de todo, una pizzería de barrio y al lado una peluquería top, ahí como que el tema me empezó a hacer click, en el sentido de que aquí están las condiciones,  hay espacios, los arriendos todavía son pagables”, explica.

Este esfuerzo ya está rindiendo frutos. En septiembre de 2015, la Asociación Gremial Barrio El Aguilucho se reunió oficialmente con las principales autoridades de la comuna. Gracias al respaldo obtenido, el grupo de emprendedores logró ganar dos proyectos con la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, relativos a asesorías de marketing, imagen corporativa y administración. También está en carpeta una propuesta para postular y obtener fondos de la “Red de Fomento del Estado”, recursos que ya obtuvieron otras agrupaciones con apoyo municipal como la Cooperativa del Vinilo, la Feria Santa María, los Libreros de Tajamar, la Estación Caupolicán y el Barrio Galerías de Tajamar.

Diego Alonso, terapeuta ocupacional, es dueño de la cafetería Integraté, ubicada en calle El Aguilucho, a pasos de Holanda. El local tiene una variada oferta que incluye jugo natural, ensaladas, menú ejecutivo y de la casa, pizza a elección y kuchen. Recomendados son la lasagna y la torta Bariloche. Integraté es atendido por jóvenes con capacidades diferentes y funciona además como una boutique de artesanías y productos.

“Si tú ves, los cojines los hacen los mismos jóvenes que trabajan acá que tienen algún grado de discapacidad principalmente intelectual. Ellos los fabrican por trama (restos de cierres de género), igual que los bolsitos. Hay individuales, bufandas, pulseras, aros, etc”, cuenta Diego Alonso. El joven explica que el entorno del barrio se ajustaba de forma precisa a los requerimientos que necesitaba su proyecto. “Lo que pasa es que este proyecto es bien especial, distinto a lo habitual, es de inclusión socio-laboral para personas en situación de discapacidad, entonces buscamos un lugar que primero que todo fuera barrio, que no fuera un lugar tan-tan transitado como un mall”.

Imagen: Gentileza de Café Integrate

“Tenemos un colegio al frente, hay un consultorio, el SAPU, tenemos un gimnasio que es particular en donde se hacen distintas actividades deportivas y también hay un gimnasio municipal, entre Holanda y los Leones, con piscina temperada, gimnasia entretenida pa adultos mayores. Hay mucho movimiento de gente del barrio y de gente que viene de las cercanías”, explica.

Castillo, por su parte celebra la renovación de vecinos en el barrio y proyecta que en cinco años más, El Aguilucho será un barrio distinto al actual. “Creo que va a llegar más gente a vivir en edificios y departamentos, algo con lo que no tengo absolutamente nada en contra, creo que es buena la renovación. Veo al barrio con mucho más comercio, abocado a polos gastronómicos, a polos de diseño (…) Al final se tiene que formar un círculo virtuoso en torno al sector.  Eso también trae externalidades para la gente de acá, tú ves que la plusvalía de las propiedades va subiendo, mientras la municipalidad va invirtiendo en infraestructura pública, la gente se va sintiendo más segura”.

No obstante el auge de los últimos años, El Aguilucho mantiene un equilibrio entre su perfil turístico y un ambiente tranquilo: su población no supera las seis mil personas y las edificaciones se mantienen bajas. “Las normas de edificación en el barrio El Aguilucho variaron en su mayoría con la Modificación N°2 al Plan Regulador Comunal de Providencia. En ella, se extiende la zona correspondiente a la calle El Aguilucho al resto de la población San José,  con lo que esta última queda con edificación continua de 3 pisos máximo”, detalla Abusleme.

La profesional, magister en desarrollo urbano, también proyecta de forma optimista el futuro del barrio. “Consideramos que el sector de El Aguilucho es un área que se podría potenciar como eje, por lo que a futuro sería interesante desarrollar algún seccional que abarque sobre todo la calle homónima y el espacio público que la enfrenta”

“Este es un barrio tranquilo. Es muy amigable para caminarlo, para tener hijos. Si alguien tiene la experiencia la oportunidad de cambiarse pa acá es recomendable completamente, estás a siete minutos en micro de Providencia (centro), de Irarrázaval estás a diez quince minutos caminando”, firma Castillo.

Accesos al barrio El Aguilucho: Por Diego de Almagro (norte), Chile-España (oriente), Holanda (poniente) y El Aguilucho (sur).

Datos

Educación
– Colegio Regina Pacis, El Aguilucho 3341.
– Campus Oriente de la PUC
– Jardín infantil y sala cuna Timonel, Diego de Almagro 2356

Salud y deportes
– Servicio de Atención Primaria de Urgencia (SAPU) El Aguilucho, El Aguilucho 3235.
– Centro de Salud el Aguilucho, El Aguilucho 3292.
– Centro deportivo El Aguilucho, Arzobispo Fuenzalida Nº 2615 (al frente, hay una estación de Bike Santiago).
– Pasco Club (padel, baby fútbol, volleyball), El Aguilucho 3308.

Comercio, talleres y gastronomía
– Minimarket Ruta Sur Echeñique 3590.
– Peluquería Rosas Echeñique 3588.
– La picada árabe, Echeñique 3707.
– Café Integra Té, cafetería boutique, El Aguilucho 3280.
– Roma y Fran, las mejores empanadas y dulces, Renato Zanelli 1355.
– Tienda Wengue The Sofá Factory, El Aguilucho 3471.
– Café Rende Bú, Hernando de Aguirre 3645.
– Taller trabajos en madera, Consejo de Indias 1462.
– Anticuario Echeñique, Echeñique 3588, Tel. 2698791
– Restorán Caminito, carnes a las brasas, El Aguilucho 3555.
– Taller trabajos en totora, El Aguilucho 3236
– Taller de enmarcaciones, Diego de Almagro 2577.
– Vinhilo Boutique Retro, El Aguilucho 3498.
– Taller de tapicería SM, Holanda 2742.
– Taller restauración de muebles, El Aguilucho 3572.