La naturaleza que nos rodea está llena de ciclos rítmicos. 24 horas toma la tierra en mostrar todas sus caras al sol, volviéndose el día la noche y la noche nuevamente día. 365 días en dar una vuelta completa alrededor de éste y a lo largo de las estaciones del año la naturaleza nos habla de la vida y la muerte.

A la secuencia dinámica de la aparición completa de todas las fases de la luna se le denomina “ciclo lunar” o “lunación”, que consiste en la revolución de la Luna en torno de la Tierra, y que con relación al Sol tiene una duración de 29 días. A este fenómeno se le denomina “mes sinódico” y constituye la base de los primeros calendarios de la humanidad.

La observación del tránsito de los astros ha sido desde siempre una herramienta disponible y efectiva para medir y registrar el paso del tiempo. Los primeros calendarios eran efectivamente lunares y muchos continúan vigentes, utilizados hasta el día de hoy para marcar fechas importantes como Rosh Hashanah, Ramadán o el año nuevo chino. En la agricultura continúa siendo una práctica común regirse por las fases de la luna para determinar la efectividad de actividades como sembrar, podar, injertar y cosechar.

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En la naturaleza, por otra parte, observamos varias especies cuyo ciclo reproductivo se asocia directamente a los cambios en las mareas, los cuales a su vez se relacionan con los ciclos lunares. El Ayurveda, o medicina tradicional india, promueve también la alineación de los ciclos menstruales con los lunares.

En el contexto de la astrología, vivir al ritmo de las fases de la luna es de suma importancia, ya que éstas determinan una energía disponible capaz de potenciar qué podemos usar a nuestro favor para potenciar nuestras intenciones y planes.

El ciclo lunar tiene dos partes fundamentales. La primera va desde la Luna nueva hasta la luna llena y tiene un carácter decididamente diferente de la segunda parte, que va desde la luna llena hasta la Luna nueva siguiente. En breve, la primera parte o ciclo creciente está relacionada con el carácter formativo de metas y tomar conciencia de deseos y potencialidades que se determinan al momento de la Luna Nueva, y que crecerán en conjunto con ella. El inicio del ciclo lunar es un momento para concientizar deseos y determinar intenciones a nivel interno, subjetivo y creativo. La energía de la luna creciente es la ideal para formular planes, organizar actividades, recopilar materiales herramientas. La segunda parte o ciclo menguante, con sus fases llena y menguante, son en cambio propicias para ejecutar, exteriorizar, compartir y expandir lo propuesto en la primera parte del ciclo.

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La belleza de observar los cambios de la luna y sus efectos en nosotros y nuestro entorno implica entrar en un estado de conciencia en el que se está lúcido del concepto de ciclo, y una búsqueda por alinearnos a los ritmos de la naturaleza y las energías disponibles.

Comenzamos a entender la vida como un permanente tránsito, sin juicios de positivo o negativo; sino simplemente observando si las condiciones son propicias para determinado evento. Apreciamos el presente y su forma única e irrepetible, con la conciencia de que los próximos días dichas condiciones mutarán, y nosotros fluctuaremos al compás.

Ilustraciones y fotos: Antonia Reyes.

 

Antonia Reyes
“Con un profundo interés por el mundo natural y el diseño, Antonia Reyes Montealegre trabaja como Ilustradora y Directora de Arte desde Santiago de Chile. Su trabajo se concentra en la ilustración naturalista, inspirada por el riquísimo patrimonio natural y biodiversidad de su país.”

Instagram: @antoniapajarito