El barrio Bellas Artes es uno de los más frecuentados por Maximiliano. Cuenta con una variada oferta gastronómica, artística y cultural, además de comercio y equipamiento.

Desde que Maximiliano (28) terminó la Universidad y comenzó a trabajar a un costado del Palacio de la Moneda en pleno centro de Santiago, no dudó ni un segundo en mudarse a esta parte de la ciudad. ¿Las ventajas? Se demora alrededor de diez minutos caminando a su trabajo, mientras que prácticamente todas sus actividades de ocio, compras cotidianas, trámites y esparcimiento las realiza en su mismo barrio, aprovechando la buena dotación de comercio y disponibilidad de áreas verdes, las cuales aprovecha para hacer deporte. Con ello, se ahorra diariamente los casi $1500 que tiene que desembolsar un capitalino promedio que realiza dos viajes diarios a través del sistema Transantiago, además del tiempo y la desagradable experiencia que puede significar utilizar el transporte público en las horas más congestionadas.

Maximiliano es una de las casi 111 mil personas que han llegado a vivir a Santiago entre 2002 y 2012, constituyendo la comuna con mayor crecimiento de población en este período a nivel nacional[1]. Así, es posible hablar de un fenómeno de retorno al centro, principalmente por parte de profesionales y personas jóvenes que, después de haber vivido toda su juventud en sectores alejados de los centros político administrativos, económicos y funcionales de la ciudad, deciden abandonar por completo sus barrios, por uno localizado en la comuna central o alguna pericentral; es decir, en aquellas áreas que por un lado ofrecen excelentes alternativas de movilización, y por otro, tienen altos índices de equipamiento, comercio y servicios, concentrando a su vez, gran parte de las fuentes laborales terciarias. En algunos casos, también son barrios dotados de buenos espacios públicos y áreas verdes, lo que ha impulsado el aumento sostenido de los precios del suelo en estas áreas, cada vez más demandadas.

Un proceso inducido que se ha generalizado

El fenómeno descrito y que en general protagonizan personas jóvenes como Maximiliano, en el mundo académico anglosajón recibe el nombre de in-filling; es decir, de un crecimiento de la ciudad hacia adentro a través de la construcción en altura y la densificación. En Santiago, dichas dinámicas comenzaron en la década de los ochenta con el Plan de Repoblamiento, planteado a partir del fuerte deterioro que experimentaba el centro de la ciudad por la emigración de sus habitantes hacia la periferia en búsqueda de un imaginario de barrio tranquilo, seguro, con mejores entornos, menor contaminación y además, con viviendas nuevas y de mayores tamaños por menores precios. Sin embargo, esta emigración ha significado un aumento de los tiempos de viaje para personas que no modificaron su localización laboral.

Para llevar a cabo esta revitalización, se estableció un sistema de subsidios de “renovación urbana”, en el cual se beneficiaba a las personas que escogiesen proyectos inmobiliarios dentro del centro de Santiago, a precios que en sus inicios eran realmente asequibles para grupos emergentes. Así, la oportunidad de comprar departamentos en el centro se convirtió en una alternativa muy atractiva tanto para inversionistas como para aquellas personas jóvenes que en muchos casos se independizaban de la casa de sus padres, existiendo una amplia oferta de departamentos tipo studio, de 1 y 2 dormitorios, en grandes torres con gastos comunes bajos y a su vez, con equipamiento que tradicionalmente habían tenido los proyectos más lujosos, como piscina, gimnasio, salones de eventos, salas de cine, entre otras cosas.

Más allá de la oportunidad que otorgaron los subsidios en una primera instancia, la situación se fue generalizando con los años hacia distintas clases sociales, así como a las comunas que rodean el centro y que también obedecen a un principio de centralidad. Por ejemplo, personas solteras o parejas jóvenes que tradicionalmente habían vivido en el cono oriente, de alta renta, hoy buscan departamentos en comunas como Providencia y Ñuñoa, donde sin renunciar a barrios tranquilos y tradicionales, rodeados de áreas verdes y espacios públicos de calidad, pueden acceder al mismo tiempo a una alta concentración de comercio y la cercanía a sus fuentes laborales.

Trabajo en las comunas de Santiago y Providencia pero vivo en Ñuñoa. Generalmente me movilizo en micro y colectivo, lo que me permite estar rápidamente en mi lugar de trabajo” relata Arantxa (26 años), quien al igual que todas sus amistades, ha vivido desde siempre en la comuna. Respecto a ello, destaca que le gusta ese sector “porque tenemos dos estaciones de metro a cinco minutos caminando, es un barrio muy tranquilo donde residen adultos mayores o los hijos de los dueños de estas casas. Tenemos varios supermercados cerca y la locomoción es súper variada”. En relación otras de las ventajas que tiene vivir allí, destaca el tema de la seguridad, ya que “en 26 años nunca ha pasado nada y antes tampoco. Y lo mejor, es la convivencia con nuestros vecinos. Cada vez que alguna casa se quedará sola por mucho tiempo, nos avisamos entre nosotros y conectamos alarmas vecinales”.

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Barrio tradicional de baja densidad en Ñuñoa.

Una situación similar a Ñuñoa es la que experimenta la comuna de San Miguel. Se ubica en el límite sur y es cruzada longitudinalmente por la Línea 2 del Metro de Santiago, así como por la Autopista Central. Es por este motivo que hace alrededor de un año, Loreto (26 años) dejó su antigua casa en Maipú para habitar un departamento en las cercanías de la estación Ciudad del Niño, la cual utiliza para movilizarse diariamente a su trabajo en Providencia y la Universidad Católica en San Joaquín, donde realiza estudios de postgrado. Al igual que Loreto, son muchas las personas jóvenes que escogen esta comuna para vivir, ya que se construyen proyectos de estándar muy similar al de las comunas de alta renta, pero por valores considerablemente menores. Para ella, vivir aquí le ha significado “una mayor calidad de vida, por la accesibilidad a servicios y transporte”, sin embargo y a pesar de que “es un barrio tranquilo y que posee casi tantos beneficios como los que tiene el centro de Santiago”, se encuentra “sobrepoblado y la infraestructura actual no está dando abasto para la cantidad de población que tiene su vivienda en estos sectores”. En relación a esta misma situación, Loreto critica que faltan áreas verdes y mejor infraestructura para ciclistas.

Falta de planificación y el desafío de hacer ciudad sobre lo preexistente

A partir de la resistencia que han ofrecido los vecinos de barrios más tradicionales a la construcción de torres que, efectivamente han acabado con la vida de barrio y saturado algunos servicios, es que algunos municipios han optado por regular las alturas y hacer mayores exigencias a las empresas constructoras, con compensaciones en espacios públicos, uniformidad de las fachadas, entre otros aspectos que se han incluido a las normativas. Esta situación ha elevado el estándar de los proyectos, aunque también ha significado un aumento en los precios a los usuarios finales, ya que la rentabilidad que se obtiene por cada unidad vendida es menor.

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La resistencia de los vecinos a la destrucción de sus barrios y el acoso inmobiliario.

La demanda sostenida que ha habido sobre estas áreas de la ciudad, ha empujado los precios tanto de las propiedades como de sus arriendos, lo que ha desviado la demanda hacia otras comunas que ofrecen situaciones similares como Estación Central, Recoleta, Independencia y Macul.

En este sentido, los mayores desafíos que enfrenta el centro y pericentro de Santiago es responder a la interrogante de cómo seguir densificando y produciendo unidades habitacionales conservando una escala humana, y aumentando a su vez los servicios y equipamientos. También, resulta esencial promover la heterogeneidad social y evitar que el proceso de in-filling se convierta en una exclusiva elitización con expulsión de los residentes originales, reemplazados por nuevos habitantes de mayores ingresos. La política pública entonces, debe apuntar a favorecer la mezcla y el enriquecimiento de los barrios sin apuntar a la destrucción de los tejidos sociales previamente existentes.

Un caso ilustrativo en relación a la saturación de los barrios y la inexistencia de una planificación integral que permita densificar conservando los estándares de calidad de vida, corresponde a las áreas verdes públicas. Por ejemplo, el sector de la Plaza Ñuñoa es uno de los más demandados de la comuna. Por un lado, se trata del epicentro político-administrativo, tiene una variada oferta gastronómica y cultural, a lo que se suma la cercanía a supermercados, comercio y servicios públicos. La evidencia es que ha aumentado su población en un 50% durante los últimos 10 años, sin embargo, tanto la disponibilidad como la calidad de las áreas verdes se ha mantenido. Dicha situación se traduce en un empeoramiento de los indicadores[2], ya que en 2002 dicho distrito contaba con 0,66m2 de áreas verdes por habitante, pasando a apenas 0,44 m2, muy lejos de los estándares que recomiendan las principales organizaciones internacionales.

colodro_dic_04Catastro de áreas verdes en el Gran Santiago. Fuente: Composición propia en base a MINVU (2012).

Esta situación se repite con otro tipo de equipamientos y servicios, que se ven en una situación de sobre-demanda. Es común para los habitantes del centro encontrarse con que se agotan rápidamente por la mañana todas las bicicletas del sistema BikeSantiago en determinadas estaciones, así como enfrentarse a largas filas para pagar en algunos supermercados, o incluso, para abordar los ascensores de sus edificios. Que todos quieran vivir cerca de todo, si bien tiene enormes ventajas, también tiene su precio si no se planifica adecuadamente.

 

Fotos: Uri Colodro G.

[1] De acuerdo con el trabajo de Colodro, J., A. Salazar y J. Rehner (2015). Areas verdes metropolitanas, planificación territorial e (in)justicia ambiental. Anales de la Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas.
[2] De acuerdo con los Censos de Población y Vivienda de 2002 y 2012.

 

 

Uri Colodro
Geógrafo y Licenciado en Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile. Candidato a M.Sc. en Gobernanza de Riesgos y Recursos, Ruprecht-Karls Universität Heidelberg. Sus mayores áreas de interés corresponden al ámbito de la geografía urbana, social y cultural. Dedicado a la investigación y la consultoría. Lector apasionado y escritor de medio tiempo. Libera tensiones en la cocina y saliendo a dar paseos por la ciudad.

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