“Camina lento, no te apresures, que al único lugar a donde tienes que llegar es a ti mismo”
Ortega y Gasset

Todos estamos al tanto de lo saludable que es caminar. Sus beneficios para nuestro cuerpo y nuestra mente están ampliamente difundidos: disminuye el colesterol, ayuda a controlar la presión sanguínea, quema calorías, previene la depresión y la ansiedad… entre otros. No es necesario que los enumere aquí, porque es muy fácil encontrar artículos de difusión científica sobre el tema.

Creo también, y no me canso de repetir, que caminar es la mejor forma de conocer una ciudad o un barrio. Incluso cuando voy en bicicleta –que me parece una maravilla- me pierdo de algunas cosas que sí capto caminando: mirar lo que hay encima de mi cabeza, captar al vuelo fragmentos de conversaciones, distinguir aromas o sonidos sutiles. Para percibir profundamente lo que me rodea, nada mejor que el ritmo pausado, preciso, de mis dos pies firmes sobre la tierra.

Caminar es mucho más que un ejercicio físico y psíquico: en otro nivel, caminar es una actitud ante la vida. Quien sale a pasear está eligiendo tener un momento de intimidad con uno mismo. A la vez, salir es cambiar de entorno habilitando vínculos con otras escenas y nuevos pensamientos que éstas puedan despertar en nosotros. Por lo tanto, es un movimiento hacia afuera (descubrir el mundo) y hacia adentro (contactar con nuestra profundidad); ese doble movimiento nos ubica en nuestro ser y en un tiempo y espacio determinados, nos devuelve a nuestro eje.

Hoy la propuesta es que salgas a caminar solo, sin teléfono, sin música, y sin otro objetivo que caminar. No para hacer planes o recordar cosas, sino presente en el aquí y ahora, en el instante de cada paso que das. Con la consciencia de habitar tu cuerpo, prestando atención al aire que entra y sale de él. Atento a las temperaturas, las luces, las sombras, los olores y las sensaciones que se despiertan en tu interior. Habitando-te y habitando el momento presente, que es el único que tenemos realmente.

Si esta actitud es terapéutica para todos, lo es más todavía para quienes estén atravesando un momento de dolor. Les comparto esto que leí: “En épocas de sufrimiento, cuando el futuro es demasiado terrible para contemplar y el pasado demasiado penoso de recordar, aprendí a prestar atención al ahora mismo. El preciso momento en el que estaba siempre era el único lugar seguro para mí. Cada instante era soportable. En el ahora mismo todos estamos siempre bien. Ayer pudo haber terminado el matrimonio; mañana tal vez se muera el gato. (…) pero en este momento, ahora mismo, todo está bien. Inspiro y expiro” (Julia Cameron)[1].

Con frecuencia oímos frases motivacionales acerca de que hay que “vivir el momento”, pero ¡qué difícil es cumplirlo! Afortunadamente tenemos la oportunidad que nos brindan nuestros dos pies, con los cuales hacemos literal la metáfora del “un paso a la vez”. Hagamos este ejercicio, cada tanto, para habitar conscientemente nuestro aquí y ahora. Si nos lo permitimos, el camino puede devolvernos más de lo que esperamos: deleite en los pequeños detalles, energías renovadas, satisfacción y experiencia.

Referencias:
[1]  Cameron, Julia. El camino del artista: un método para superar los obstáculos que nos separan de nuestro ser creativo. Buenos Aires: Troquel, 2013.

“Soy Licenciada en Educación, blogger, apasionada por la fotografía, la ilustración y el arte en general. Me emocionan las cosas simples de la vida y busco transmitir esa mirada”

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